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Perder para ganar

Muchas veces en la vida para ganar hay que perder. Esta es una complicada tarea porque a menos de que se trate del peso, el ser humano difícilmente encuentra satisfacción mientras pierde algo que tiene. La realidad es que a nadie nos gusta perder ni en un simple juego de mesa, ¡mucho menos en la carrera laboral! Pero la economía de Dios es distinta a la nuestra. A continuación, veremos cuatro formas de ganar mientras perdemos.

Perder discusiones para ganar relaciones

Cuando te encuentres en un debate o una discusión y desees ganarlo, siempre pregúntate: ¿A costa de qué? No nos gusta perder discusiones porque nuestro orgullo va de por medio. No tienes que demostrarle a todo mundo que tienes la razón, muchas veces no vale la pena perder amistades por ganar argumentos. No estoy diciendo que la verdad no sea importante o que esta sea negociable, pero cuando se trata de discusiones triviales o cuando lo que está en juego son cosas de las cuales no depende nuestra felicidad, debemos estar dispuestos a perder con tal de conservar relaciones valiosas para nuestra vida.

Perder en el trabajo para ganar en la familia

Recuerdo cómo un compañero de trabajo buscó persistentemente un ascenso en la empresa. Sin embargo, esta oportunidad significaba sacrificar el tiempo destinado a su familia. Nunca olvidaré cuando me dijo que la última vez que pasó tiempo de calidad con su hijo este todavía era un bebé, y para cuando «lo volvió a ver», ya era un niño que caminaba, y para él, mi compañero era un extraño en su propia casa. No vale la pena ganar en el trabajo si esto significa perder en la familia. Al final, el trabajo es una herramienta para el servicio de nuestra familia, no al revés. Primero Dios, después la familia, y en algún lugar más abajo está el trabajo.

Perder comodidad para ganar propósito

Dios nos ha levantado con el propósito de dar fruto para su gloria y no hay fruto sin sacrificio. El trabajo en el reino no suele ser cómodo, requiere de un corazón sacrificial, dispuesto a dejar de lado deleites temporales con tal de ver la gloria de Dios reflejada en su entorno. No dejes que la comodidad te lleve a una vida carente de propósito y significado. Al final, toda pérdida y todo esfuerzo habrá valido la pena. Como Pablo exhortó a los corintios: «Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano» (1 Corintios 15:58, NVI).

Perder la vida para ganar la verdadera

Mientras Jesús caminaba con sus discípulos, él les declaró: «—Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?» (Lucas 9:23-25, NVI). Jesús nos llamó a vivir una vida de renuncia y abnegación, pero no sin antes darnos la esperanza y la promesa de una vida eterna en él. Si nos aferramos a esta vida, perderemos la verdadera, pero si lo seguimos, aunque esto implique sufrir, tenemos una herencia segura reservada para nosotros en los cielos. Por medio de su Espíritu, aun en el presente podemos probar el placer de nuestro incomparable privilegio: gozar de una relación personal con Cristo, de la cual ni la misma muerte nos podrá separar.

¿Estás listo para ganar? ¿En qué otras áreas Dios te está llamando a perder?

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