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Mamá, hay tiempo para todo

¿Alguna vez te has sentado en la cama al final del día con un sentimiento de derrota? Lavaste la ropa, llevaste a los niños al colegio, hiciste de comer, quizás inclusive fuiste al súper. Pero, al final del día, sientes que nada de lo que has hecho como mamá fue productivo para el mundo. Simplemente no hay tiempo para todo.

Yo me he encontrado en esta posición muchas veces tras días en los que siento que no tengo tiempo de nada. Pero a la vez, analizo mis acciones y todas tuvieron que ver con cosas como cambiar pañales, cantar canciones de granja o barrer la casa. ¡Nada de eso suena importante! Este hecho muchas veces me ha llevado a preguntarme si estoy cumpliendo el propósito para el cual Dios me creó.

La buena noticia

¿Has escuchado acerca de la culpa de mamá? Dicen que no importa lo que estés haciendo en tu vida, desde el momento en que te conviertes en mamá, siempre te sentirás culpable por algo. Si te quedas en casa a cuidar a tus hijos, te sentirás culpable por no aportar a la economía del hogar; si descansas, te sentirás culpable por no estar pasando tiempo con tus hijos; si te vas a trabajar, te sentirás culpable de todo el tiempo que pasan siendo cuidados por alguien más. Y así es el cuento de nunca acabar en el que una nunca gana, ¡es exhausto!

Sin embargo, vengo a darte buenas noticias. No tienes por qué sentirte así. Dios nos lleva a donde debemos estar y nos capacita para cada obra en la que nos pone. Efesios 2:10 dice que Dios preparó de antemano las obras en las que andaríamos. Si confiamos en su soberanía, descansaremos tranquilas de que nos ha puesto en el lugar en el que nos creó para estar.

Algo que me hacía sentir culpable en ocasiones, después de haber tenido hijos, era el no poder dedicar tanto tiempo a la iglesia como lo hacía anteriormente. Eso me hacía sentir que no estaba cumpliendo con mi propósito. Pero fui aprendiendo que, así como en la casa somos dos adultos que cumplimos ciertos roles cada uno, también en su iglesia Dios nos ha asignado un rol. Nos ha otorgado momentos y lugares para servir de cierta manera, y cuando cambiamos de posición, siempre tiene a alguien listo para suplir lo que realizábamos anteriormente. Muchas veces tendemos a creer que todo es nuestra responsabilidad y que debemos encargarnos de todo. Pero tenemos un Dios en quien podemos descansar. Él nunca nos desampara ni a nosotras, ni a nuestra familia, ni a nuestra iglesia. Él sabe lo que hace.

Como dice el libro de Eclesiastés, hay un tiempo para todo en esta vida. Hay tiempos que Dios dedicó para que estudiáramos, otros para que trabajáramos, y otros para que pasáramos con nuestros hijos. Si hoy Dios te ha llevado a una temporada específica, ten la seguridad de que sientas que estás aportando o no a la economía del hogar, o que estás aportando al mundo, estás en donde debes de estar.

Llamadas a servir

Dios nos ha llamado a servir. Eso lo tenemos muy claro. Lo que muchas veces olvidamos es que cuando nos convertimos en madres, las cosas cambian un poco y somos llamadas a servir a nuestros hijos antes que a cualquier otro ministerio o trabajo. Muchas veces nos cuesta entenderlo, puesto que solemos afianzar nuestra identidad en lo que hacemos. Y, como lo decía anteriormente, en ocasiones el trabajo en casa conlleva la ilusión de que no estamos haciendo nada de provecho, pues es uno que no genera mucha evidencia tangible. Pero el Señor mira cada vez que haces desde el gesto más sencillo como limpiar la nariz de tu hijo o bañarlo, hasta el más valioso como encaminarlo a conocer la Palabra de Dios. No te pierdas en las actividades diarias, no permitas que la rutina te nuble la vista para reconocer tu llamado.

En resumen, quita tu identidad de tu profesión, de tu ministerio, o inclusive del ser mamá. Tu identidad está en Cristo antes que cualquier otra cosa que hagas. Por otro lado, no sientas que tienes que hacerlo todo. Ser mamá implica una lista mental de un sinfín de quehaceres en los que es fácil perdernos, desanimarnos o frustrarnos porque pareciera que nunca terminan. Disfruta cada día, toma tiempo para abrazar y jugar con tus hijos. Sobre todo, no olvides pasar tiempo con el Señor antes que los quehaceres del hogar, aunque parezcan abrumadores. Seamos siempre como las Marías que escogieron la mejor parte, y como dice su Palabra, cuando buscamos su reino, todo lo demás se nos será añadido. Hay tiempo para todo lo que es importante que hagas hoy.

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