Si la vida fuera Instagram
Se dice por ahí que si no tienes Instagram, no existes, y es que esta red social se ha convertido en un documento electrónico de identidad que habla de lo que nos gusta, nuestros hábitos y pasiones, pero también, secretamente, de esa admiración no resuelta que tenemos por quienes parecen tener una vida perfecta.
Mil millones de usuarios activos al mes tenía está aplicación en todo el mundo hasta septiembre de 2018, lo que la ha convertido en un foco de atención para las empresas que buscan publicidad y aquellos que desean promoverse a sí mismos. Sin embargo, como en toda plataforma digital, hay licencia para mentir.
Odiosas comparaciones
Se acusa a Instagram de ser la mejor herramienta para crear una vida ideal que está lejos de ser real, o por lo menos de contar la verdad completa; una red social que sacrifica la sinceridad para darle lugar a la popularidad. Sin embargo, podemos tomar lo bueno: las redes sociales confrontan nuestras inseguridades y eso solo nos lleva a un lugar: Dios.
Algunas personas siguen a otras en redes porque las admiran, pero hay otro gran porcentaje que, aunque no sigue, stalkea o espía a quien odia y su pasatiempo es llenarse de envidia e incluso decir cosas que no se atrevería a decir de frente.
¿Por qué nos cuesta tanto aceptar el éxito de otros? Si lo que muestran no es verdad, Dios lo sabe y ese no es asunto nuestro. Las comparaciones son odiosas pero más que nada, destructivas, entonces en lugar de obsesionarnos con descubrir quién es un impostor y quién no, debemos trabajar en nuestro corazón.
Agradecido con lo que eres
Sentimos envidia cuando consideramos que otra persona tiene algo de lo que carecemos, así es como los deseos de fama, riqueza o reconocimiento salen a flote cuando vemos nuestros sueños hechos realidad en la vida de alguien más.
Pero, ¿por qué no nos preguntamos qué han hecho bien los ricos y famosos? (o por lo menos los que parecen serlo). ¿Por qué no en vez de odiarlos, aprendemos de ellos? Si las redes sociales son buenas o no, eso no importa, lo que importa es que cada uno de nosotros debe aprender a estar agradecido con lo que es, sólo así dejará de ver lo que otros tienen para enfocarse en lo que Dios le ha dado.
Aunque Instagram no es la vida real, sí son reales los sentimientos que despierta en nosotros. Por eso si el hábito de stalkear está generando una herida en nuestro corazón, si está distanciándonos de Dios, haciéndonos creer que él tiene favoritos, es el momento de dar log out y buscar a aquel que lo llena todo en todo.
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