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Misericordia

Misericordia vs. sacrificio

Misericordia vs. sacrificio

Una de las cosas que los expertos en la ley le reprochaban a Jesús era que hacía cosas aparentemente contrarias a la ley, como sanar en día de reposo, teniendo misericordia.  En una ocasión en que Jesús hablaba con ellos al respecto, les preguntó lo siguiente: «¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo?» (Lucas 14:5). Dice la Palabra que no le podían replicar sobre estas cosas. 

En ese mismo pasaje, al ver que todos buscaban llegar y sentarse en los primeros lugares, Jesús comienza a compartirles una enseñanza sobre la humildad. «Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido» (Lucas 14:11). Finalmente, como tercera enseñanza del día, les dice también lo siguiente: «Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos…» (Lucas 14:13).

Pareciera ser que todos estos comentarios de Jesús no se encuentran relacionados entre sí y que más bien surgen de lo que va sucediendo en el momento. Pero al mirar de cerca, podemos comenzar a ver cómo es que Jesús está dando nuevas enseñanzas acerca de la ley, cambiando el concepto que los fariseos tenían.

Es asunto del corazón

Jesús tiene una interpretación de los mandatos de Dios muy distinta a la de los expertos: la ley dice que guardes el día de reposo, pero Jesús dice que ayudes a tu prójimo aún en el día de reposo. «Y él les respondió: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer bien en los días de reposo» (Mateo 12: 11-12). El decir que es lícito hacer lo bueno en día de reposo, el hablarles de la humildad y decirles que no busquen ser los primeros, y el pedirles que cuando hagan un banquete inviten a los menos privilegiados, todo esto lleva a una interpretación de la ley que ellos no habían entendido, en la que lo importante no es cumplir con un sacrificio, sino ser verdaderamente misericordioso.

Es en este mismo capítulo en el que Jesús acusa a los fariseos de no entender lo que significa «misericordia quiero y no sacrificio». No se trataba de ser perfectos en la ley, se trataba del corazón. Sabemos que la salvación viene por medio de Jesús y no por el cumplimiento de la ley.

Fariseos modernos

Lo mismo que sucedió a los fariseos nos sucede en ocasiones hoy en día, a pesar de que decimos estar bajo la gracia. Nos enfocamos en sentirnos perfectos frente a Dios, nos enaltecemos por las cosas buenas que hacemos e incluso las hacemos públicas o, por el contrario, nos condenamos a nosotros mismos al darnos cuenta de nuestra imperfección y al compararnos con los demás. Pero no se trata de cumplir la ley, o de las obras que tengamos; aun en la libertad que Cristo nos ha dado, se sigue tratando del corazón.

El resumen de la ley

Jesús ha venido a traer libertad a los que eran esclavos de la ley. Por un lado, esto significa que ya no hay condenación, pues no fuimos librados gracias a nuestras obras, sino por medio de la sangre de Cristo. Por otro lado, tampoco esta libertad es una licencia para pecar, pues se sigue tratando de nuestro corazón frente a Dios, un corazón que debe estar arrepentido y dispuesto.

 «Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados para ser libres; pero no se valgan de la libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor. En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Gálatas 5:13-14 NVI).

Pidamos al Espíritu que nos permita entender y vivir bajo la ley de Cristo, no bajo sacrificio, sino bajo misericordia. Así, crucificaremos nuestra naturaleza pecaminosa y seremos guiados a una vida en el Espíritu, para Cristo y para su reino, no para nosotros mismos.

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