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¿Ya hiciste tu lista?

Nunca me he considerado una persona mañanera. Aun así, recientemente había llegado a un tiempo en mi vida en el que lograba despertarme, desayunar, realizar todas mis tareas matutinas, asistir a un gimnasio y después de todo esto, para las 7:30 a.m. me encontraba llegando a mi trabajo. Todos esos buenos hábitos desaparecieron durante el tiempo que permanecí en casa gracias a la pandemia y me encontré a mí misma en una rutina de caos. ¿Te llegó a pasar algo así durante este tiempo?

Pronto comencé a leer blogs, a ver videos y a escuchar podcasts sobre el tema, me interesaba mucho volver a ser una persona que sentía que tenía las riendas de su vida en orden y que despertaba cada día con ánimos. Escuché muchos consejos como: toma unos minutos para meditar u orar, evita el tiempo de pantallas en la mañana, haz ejercicios en tu cama, etc. Sin embargo, me llamó mucho la atención que todas las páginas y videos de consejos (tanto las cristianas como las seculares) tenían algo en común, todos incluían el siguiente consejo: Sé agradecido. Toma tiempo cada mañana para pensar en algo por lo que estés agradecido.

Agradece mucho si tienes mucho

Alguna vez escuché que una persona agradecida es una persona feliz. Jesús mismo dijo que mucho ama al que mucho se le perdona (Lucas 7:47). Esto lo dijo después de que Simón el fariseo se molestó cuando Jesús permitió que una mujer pecadora le lavara los pies con sus lágrimas, los limpiara con sus cabellos y los ungiera con perfume. Él sabía que no es que los pecados de la mujer valieran más que los de Simón, sino que ella entendía cuánto se le había perdonado y eso le permitía amar más a Jesús. De igual manera, si conocemos todas las bendiciones que tenemos y meditamos en ellas cada día, no podremos dejar de ser agradecidos. Estoy segura de que, de esta manera, nuestros días serían más felices, así como esos consejos matutinos me lo decían.

Lo que no debes olvidar

David se recuerda a sí mismo en el Salmo 103 de no olvidar las bondades de Dios. «Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios» (Salmo 103:2). Después de decir esto, David enlista algunos favores que el Señor le ha dado como perdonar todas sus iniquidades, sanar sus dolencias, rescatar su vida y coronarlo de favores; saciar su boca y hacerlo rejuvenecer como el águila; hacer justicia en el mundo y alejarlo de sus pecados, entre otras cosas. ¿Acaso el leer una lista así no te hace llenarte de gozo y agradecimiento aún en el momento más difícil?

Recordar las bondades de Dios, los favores que Dios ha tenido para con nosotros de manera personal, nos lleva también a no olvidar quién es él, quién ha sido en nuestra vida, y cómo es alguien confiable y en quien descansar para nuestro presente y nuestro futuro.

¡Haz tu lista!

Recuerdo, cuando éramos pequeños, nos hacían cantar una canción que decía: «Gracias, palabras de poder». Y a la luz de lo que hemos meditado, entiendo que esto es totalmente cierto. Dar las gracias a Dios nos capacita para ser más felices, para transformar nuestra visión y vivir en paz a pesar de problemas, cansancio o cualquier otra cosa.

Pronto se acerca la celebración del Día de Acción de Gracias. Es una excusa perfecta para hacer algo especial que nos permita agradecer a Dios sus bondades y sus misericordias. Aún así, no esperemos a que llegue este festejo para voltear al cielo, sino que despertemos cada día recordando algo que tengamos en Cristo, especialmente aquellas cosas sencillas que usualmente damos por sentado, y agradezcamos a Dios por sus favores, siendo el más grande de ellos haber dado a su Hijo en una cruz por nosotros.

Lee el siguiente versículo con calma: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (Romanos 8:32). ¿Te das cuenta? Tenemos esta esperanza sin importar lo que pase en nuestra vida, ¡y nadie podrá quitárnosla jamás! ¡Estoy segura de que tú también tienes muchas cosas que agradecer, empezando por esa! ¡Así como David, haz tu lista y sé agradecido!

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