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Entendamos la santidad de Dios

Debemos tener mucho cuidado con el título de esta entrada, «Entendamos la santidad de Dios». Por supuesto que somos llamados a crecer en nuestro entendimiento acerca de Dios, en este caso de uno de sus atributos; pero al mismo tiempo, Dios es tan grande que jamás lo podremos comprender en su totalidad. Pablo declara en su doxología lo siguiente: «¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos!» (Romanos 11:33, NVI).

Teniendo esto en mente, nos alegrará saber que Dios nos ha hablado en la Biblia lo justo y necesario acerca de su santidad. ¿Qué significa que Dios es santo? El Dr. Wayne Grudem define que «La santidad de Dios quiere decir que él está separado del pecado y dedicado a buscar su propio honor». De acuerdo con esta definición, podemos ver dos cualidades acerca de este atributo de Dios —la cualidad relacional y la moral— que explicaremos a continuación.

La cualidad relacional

Dios está separado de… ¿de qué? ¡de todo lo demás! En su esencia, él está por encima de toda cosa creada. Su perfección, su sabiduría y su poder jamás serán igualados o compartidos por otro ser o elemento del universo. El famoso teólogo del siglo XX, Louis Berkhof, menciona que la santidad de Dios «en su significado original da a entender que él es absolutamente distinto de todas sus criaturas y exaltado sobre ellas en infinita majestad».

«¿Con quién compararán a Dios? ¿Con qué imagen lo representarán? Al ídolo un escultor lo funde; un joyero lo enchapa en oro y le labra cadenas de plata… ¿Acaso no lo sabían ustedes? ¿No se habían enterado? ¿No se les dijo desde el principio? ¿No lo entendieron desde la fundación del mundo? Él reina sobre la bóveda de la tierra, cuyos habitantes son como langostas. Él extiende los cielos como un toldo, y los despliega como carpa para ser habitada. Él anula a los poderosos, y a nada reduce a los gobernantes de este mundo… “¿Con quién, entonces, me compararán ustedes? ¿Quién es igual a mí?», dice el Santo”» (Isaías 40:18-19, 21-23, 25, NVI).

La cualidad moral

Dios está separado de la maldad y está dedicado a buscar su propio honor. Este aspecto moral de la santidad de Dios se puede apreciar en varias figuras desde el Antiguo Testamento. Por ejemplo, los requisitos ceremoniales y los procedimientos para la purificación de los sacerdotes que se acercaban a ministrar al templo, eran sobremanera rigurosos porque no trataban con cualquier asunto trivial, ¡eran llamados a estar frente al Dios puro y Santo! Existía un sitio llamado «Lugar Santísimo» donde se encontraba la presencia de Dios, y si osaba un sacerdote entrar sin cumplir con los requisitos, ¡caería fulminado en un instante!

Somos llamados a imitar su santidad

El Nuevo Testamento utiliza el término «santos» para referirse muchas veces al pueblo redimido de Dios. También la Palabra hace un llamado y una exhortación explícita a la práctica de la santidad: «Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: “Sean santos, porque yo soy santo”». (1 Pedro 1:15-16, NVI). No está de más mencionar que se le llama «santificación» al proceso progresivo en el cual los creyentes nos alejamos cada día más del pecado y estamos siendo conformados a la imagen del varón perfecto, Jesucristo.

Por último, entender la inmensa santidad de Dios debe llevarnos a apreciar el precioso sacrificio de Cristo. Por medio de él, ¡tenemos acceso a la gloriosa santidad de Dios! ¿Qué cambios debes hacer en tu vida para crecer en santidad?

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