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Crianza en tiempos de pandemia

Cuando empezó la cuarentena por la pandemia de COVID-19, tal vez a muchas de nosotras nos emocionaba la idea de que fueran solo 15 días de encierro, porque lo veíamos como una oportunidad para ordenar nuestra casa, conectarnos más con nuestros hijos, tener más tiempo de pareja con tu esposo (ya que probablemente le tocó hacer trabajo en casa) y hasta buscamos mejorar nuestro tiempo devocional con Dios.

Cuando supimos que la cuarentena se extendería un mes, también nos pareció correcto y dijimos: «¡Va! Puedo con la escuela en casa, mientras los maestros de mis hijos se conecten y me den las herramientas necesarias para ayudarlos». Nos armamos de valor y probablemente hasta nos organizamos y coordinamos los horarios con nuestra pareja.

Pero tal vez para muchas esta experiencia fue todo lo contrario. Les agradó la idea de tener a la familia entera bajo techo todo el tiempo, hasta que… sí, hasta que empezaron los conflictos, o simplemente porque no se les da mucho el estar organizadas y hacer rutinas en casa. Probablemente, también seas una mama con un trabajo externo, y ahora, con el home office, en lugar de volverse más sencillo, te diste cuenta de que tu trabajo te absorbía más que nunca, y hasta te has tenido que quedar frente a la computadora hasta altas horas de la madrugada.

No sé si te ha tocado vivir alguno de estos escenarios, pero me puedo aventurar a decir que no ha salido todo tal y como lo pensabas. ¡Es nuestra primera pandemia siendo padres (al menos de esta magnitud)! A muchos nos desestabilizo hasta la economía y esto sin duda puede ocasionar estrés y conflictos en el hogar. Es muy probable que esta pandemia a todos nos ha hecho tocar fondo en algún área de nuestra vida

¡La cosa empeora cuando abres las redes sociales y te topas con las celebridades «sufriendo» la pandemia en sus mansiones! Pero, ¿qué sabes tú de las verdaderas luchas y las cosas que enfrentan física y mentalmente cada día? Si Dios permitió esta pandemia es porque a todos, de alguna manera, nos quiere abrir los ojos a otra realidad que seguramente no hemos visto aún.

En cuanto al tema de la crianza, quiero compartir tres realidades que Dios nos ha permitido vivir en esta temporada tan compleja y peculiar.

Cede el control

¡Qué fácil era vivir con una rutina establecida! Nos levantábamos, preparábamos el desayuno, llevábamos a los niños a la escuela (si es que están en edad), volvíamos a casa a hacer los asuntos personales, o bien, ir a trabajar y despeñarnos en el área laboral. Y de pronto… ¡el encierro nos quitó el control de todo! Y al perderlo, entraron a nuestra vida estrés, ansiedad y pánico. Es en estos momentos cuando debemos aprender a esperar en Cristo. Dios nos está enseñando que de un momento a otro, en un abrir y cerrar de ojos, él toma el control del mundo entero. Y es ahí cuando tenemos la bendita oportunidad de rendirle todo, ceder el control y descansar en él.

«Encomienda al Señor tu camino, confía en él, que él actuará;» (Salmos 37:5 NBLA).

No te condenes

Te puedo mencionar algunas cosas en las que yo me he sentido condenada y culpable en estos días con relación a la crianza. 1. Me siento culpable al sentirme cansada y no poder jugar o dar tiempo de calidad a mis hijos y esposo como me gustaría. 2, Me he sentido culpable al sentir que no estoy dando el cien por ciento a mi trabajo (por atender a mis hijos). Irónico, ¿no? 3. Me he sentido culpable por algunos días no cocinar o por pedir comida no tan saludable, y aparte, haber gastado en ella teniéndolo todo para haberla preparado en casa. 4. La televisión —el gran tema de la niñera «perfecta»—, entretenida y peligrosa. ¿Cuántas veces he tenido que recurrir a ella para poder limpiar, trabajar o cocinar? 5. Ver tantas publicaciones en redes sociales de gente que está emprendiendo, sacando un nuevo podcast, grabando videos, y yo… yo ni siquiera me hes podido bañar y estoy viendo de dónde sacar tiempo para poder leer la Biblia, orar, o escuchar algo edificante.

Ciertamente, ese anhelo por buscar a Dios es bueno. Buscarlo en esos momentos de cansancio es lo que debemos hacer. Él es nuestro primer recurso y refugio en medio del caos… y él nos está esperando. Simplemente ve, pero no lleves el peso de la condenación, porque Cristo ya te redimió. ¡Tienes libre acceso! Si otros están produciendo o creando, tú, amiga o amigo, ¡estas criando! ¿Habrá algo más productivo y retroactivo que eso?

Quita la comparación

Hoy en un mundo globalizado nos damos cuenta hasta de los sartenes de cocina que tienen otras familias. Conocemos su filosofía de crianza, de orden, de vida y hasta sabemos lo que comen, y esto, sin duda, nos hace caer en la tentación de la comparación. Nuestro estándar de comparación no puede ser otra persona u otra familia. Claro que podemos aprender de todos, pero la comparación solo acarrea frustración, amargura y dolor. Recuerda que todos tenemos un contexto, una economía, familias y posibilidades diferentes. Por eso Dios nos ha llamado tanto al gozo como al contentamiento. Haz lo mejor que puedas basándote en la Palabra y comparándote con Jesús. Y créeme, nadie es más paciente que él para llevarte a la altura del varón perfecto, que es él mismo. Toma tu cruz y síguelo. El Espíritu Santo te guiara por un camino seguro.

A las mamás, incluso a los padres que leyeron esto: Lo estás haciendo bien. ¡Ten ánimo!

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