¿Te has preguntado alguna vez qué hace un hidrante en la calle? Creo que no. Es obvio. Esos tubos de metal a media acera, comúnmente pintados de rojo, están ahí para que los bomberos los utilicen para proveer agua a sus mangueras en caso de un incendio. (Y también tal vez están ahí para que en una película de Hollywood suceda un desastre natural o el villano haga explotar uno y un gran chorro de agua salga despedido por los aires —para mayor dramatismo— bañando todo a su alrededor).
Lo terrible sería que, a la hora de la verdad, el hidrante no estuviera en su lugar, o peor, ¡que no surtiera agua! El incendio se extendería, causando innumerables daños y tal vez, cobrando vidas inocentes.
Nuestro irrevocable llamado
Dios nos pone en lugares específicos en momentos clave para ser de impacto, uno que vaya más allá de nuestra propia persona. La verdad es que Dios te puso en donde estás y con lo que tienes para ser de influencia.
Muchas veces esperamos a que las circunstancias sean favorables para actuar, o que se abra una nube, baje un rayo de luz y Dios nos revele cuál es nuestro llamado. Es decir, nos congelamos porque esperamos que nuestro llamado sea algo singular, diferente, llamativo, único. Seamos honestos, nos gustaría alardear de tener una misión especial.
Sin embargo, todos compartimos un llamado: Si decidiste entregarte a Jesús, sabe que tu llamado irrevocable es amar a Dios, (sí, «con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente con todas tus fuerzas», de acuerdo al mismo Jesús en Mateo12:30). Pero además, tu llamado incluye amar a las personas (sí, como te amas a ti mismo).
Me encanta cómo lo pone uno de mis pensadores favoritos: (Parafraseando) «No hay mayor perfección a la cual podemos aspirar, que una perfección en amor, amor a las personas, intención, de voluntad…».
Hidrantes humanos
Como cristianos, gente que sigue a Jesús, a eso es a lo que debemos aspirar: aunque las circunstancias no sean muy favorables, puedes seguir amando. Aunque no tengas todos los recursos que quisieras, puedes seguir amando. Aunque no estés en la posición en la que te gustaría estar en el futuro, puedes seguir amando.
Como un hidrante, estamos en el lugar correcto y el momento oportuno. Seamos de influencia en amor ahí en donde estamos, con nuestra familia, con nuestros amigos, en nuestro trabajo, en nuestra iglesia. Y Dios se encargará de hacer el resto.
Comentarios en Facebook