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Los mejores amigos

Amor es una palabra muy compleja. Conlleva contextos diferentes para cada persona que la pronuncia. Algunos aprenderán su significado desde muy pequeños gracias a sus padres, otros hasta conocer a alguna pareja o un hijo que sonríe cuando te mira a los ojos. Muchos dirán que lo han encontrado en sí mismos, ¡o hasta en una mascota! Pero pocas personas a través de la historia han podido decir que han conocido el amor verdadero a través de Dios. Pocos podrán ser descritos como Moisés, con quien hablaba Dios cara a cara como con un amigo (Éxodo 33:11).

Una amistad que se procura

Esta semana en la que en muchos de nuestros países vemos corazones por todas partes y la gente habla mucho de aquellos que definen el amor en su vida, me topé con un versículo que me hizo desear encontrar este valor en Dios: «Cuando Moisés entró en la Tienda de reunión para hablar con el Señor, escuchó su voz de entre los dos querubines, desde la cubierta del propiciatorio que estaba sobre el arca del pacto. Así hablaba el Señor con Moisés» (Números 7:89, NVI). ¡Qué hermoso ha de haber sido ese tiempo entre Dios y Moisés!

A pesar de que quisiera tener una relación así de estrecha con Dios, sé que no es fácil. Hace poco en un curso de disciplina escuché un concepto que me pareció totalmente cierto e importante. Los hombres piadosos y con poder de Dios que conocemos a lo largo de las escrituras y la historia de la iglesia, sí o sí han sido personas disciplinadas para buscar constantemente a Dios. Es decir, por más que quisiera que mi relación con Dios fuera como la que había entre Dios y Moisés, esto no sucederá por arte de magia. Más bien, es algo que se procura.

Si cada día dedico un tiempo para estar en oración, para leer la Palabra, para meditar en el Señor, me estaré acercando más a mi meta. Es como en cualquier otra relación, las más sanas no serán las que tengan más «compatibilidad» sino aquellas en las que se dedique más tiempo a cultivar la amistad y a lijar las diferencias.

Otra muy buena noticia es que cuando dedicamos este tiempo a nuestra relación con Dios, como si fuera un efecto dominó, las demás amistades a nuestro alrededor comienzan a mejorar también, pues inevitablemente nos acercamos al carácter de Cristo.

Acércate al mejor amigo del mundo

El día de hoy, mientras te encuentres rodeado de corazones, flores y chocolates, recuerda que puedes acercarte confiadamente al trono de la gracia en cualquier momento gracias a Cristo Jesús, el sumo sacerdote que puede compadecerse de los suyos, pues conoce y ha experimentado nuestras debilidades (Hebreos 4:14-16). 

Si procurarás alguna amistad el día de hoy, recuerda que primero sea la de Dios. Él está esperando para relacionarse de manera íntima con los suyos. Qué podamos convertirnos en esa pareja inseparable, como los compañeros más cercanos que hay. Que seamos los mejores amigos, como un Woody y Buzz Lightyear, o un Winnie the Pooh y Robin… como Dios y Moisés.

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