¿Te consideras una persona fluctuante? ¿Cambias de opinión fácilmente? Hay quienes tomamos decisiones con base en cómo nos sentimos en el momento… y después, cuando ya no estamos de ese humor, nos arrepentimos. Todos hemos pasado por eso alguna vez en mayor o menor medida.
La Biblia nos enseña en el libro de Eclesiastés que hay un tiempo para todo. Esta es una frase que seguro has escuchado anteriormente, pues se ha vuelto muy conocida. Hay tiempos que son de plantar y otros que son de cosechar. Unos que son de llorar y otros de reír. Sin embargo, algo en que me quedé pensando al encontrarme recientemente con este pasaje fue que a diferencia de nosotros, a pesar de que los tiempos corran, las estaciones muden y las temporadas transcurran, Dios nunca cambia.
Quizás tú has pasado por momentos buenos y malos, por tiempos alegres y tiempos tristes. A veces, el ser humano en su corta percepción tiende a juzgar las cosas con base en la circunstancia o el sentimiento actual. A partir de ello podríamos erróneamente llegar a inferir que Dios es fluctuante. Sin embargo, él sigue siendo el mismo a través de los tiempos difíciles como lo era en buenos momentos.
La realidad por encima de la circunstancia
El libro de Esdras nos narra la historia del pueblo de Dios al regresar del cautiverio, listo para comenzar la obra de reconstrucción sobre la ciudad. El capítulo 8 narra que al salir hacia su destino tomaron un tiempo para ayunar, humillarse ante Dios, y pedirle que los acompañara en el camino. Que protegiera a sus hijos que los acompañaban y a sus posesiones que cargaban (Esdras 8:21).
Dice después la historia que al haber hecho esto, al ponerse en manos de Dios, ya no se atrevieron a pedir ayuda al rey. ¿Por qué pedir un ejército de hombres cuando ya se habían encomendado al Dios de los ejércitos? Así que aunque ellos sabían que había amenazas de enemigos en el camino, y a pesar de que esto les causaba miedo, le dijeron al rey que la mano de Dios protege a todos los que confían en él (Esdras 8:22).
¿Qué acierto tuvo Esdras al dirigir al pueblo en este momento? Antes de tomar la decisión sobre lo que pedirían al rey, se detuvieron a ver más allá de las circunstancias que los rodeaban. Físicamente, estaban ante un gran desafío: tener que viajar una larga distancia con sus hijos y sus posesiones. Esto mientras eran amenazados por pueblos enemigos con los que se toparían en el camino y que no los querían volver a ver de pie. Aun así, Esdras tuvo la capacidad de ver más allá y pensar en quién es Dios, actuar y tomar decisiones con base en esa verdad. Y así fue, Dios los protegió.
Un Dios sin sombra de variación
Así cantaba también David en los Salmos: «Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza» (Salmos 27:3, NVI). Él conocía la misma verdad que Esdras. Se sabía hijo de un Dios que no cambia. Que no muda con los tiempos y las estaciones. Que no actúa con base en caprichos o estados de ánimo, sino que es fiel.
El día de hoy puedes confiarle tu vida a quien guarda tu alma. Pues no es como los hombres que mienten y se arrepienten. Sino que es Dios constante. Eterno, firme y fiel, sin cambio ni sombra de variación.
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