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Un mundo terrorífico

Más seguido de lo que quisiéramos escuchamos noticias tristes acerca de sucesos trágicos que acontecen a nuestro alrededor. Con las redes sociales tenemos la oportunidad de escuchar en tiempo real acerca de eventos que suceden no sólo en nuestro propio lugar de residencia sino alrededor del mundo. Niños que mueren injustamente, mujeres que desaparecen, hombres que van a la guerra. Todo esto no debería suceder, por lo que tales acontecimientos nos asustan y nos desaniman en nuestro interior.

El ser humano no fue creado para este mundo caído, sino que la maldad que entró en él ha permeado en lo más profundo de los corazones, convirtiendo este lugar de creación gloriosa en una pesadilla.

Un mundo caído

Si hay una escena en la Biblia en la que puede reflejarse claramente la maldad del hombre, en mi opinión, es en lo que rodea la crucifixión de Jesús. Habían pasado por otros momentos oscuros en los que Dios había tomado medidas drásticas. En una ocasión envió un diluvio, en otra hizo caer fuego del cielo. Era tal la maldad que había en el mundo. Aun así, nada refleja tanto la dureza del corazón del hombre como la crucifixión de un inocente.

A veces notamos solo el reflejo de las malas acciones del hombre, como en este caso el diluvio o el fuego. ¿Qué hubiéramos pensado si hubiéramos vivido en las épocas de Noé o de Abraham? Quizás hubiéramos visto a Dios como injusto o cruel, sin darnos cuenta de las acciones que causaron dicha consecuencia. Lo mismo sucede hoy en día cuando lloramos al ver todo el sufrimiento que hay a nuestro alrededor sin sopesar las causas.

Jesús fue llevado para ser enjuiciado en Jerusalén. Ni Pilato ni Herodes podían ver mal en él, por lo que se negaban a condenarlo. Sin embargo, el clamor de la gente era que fuera crucificado. ¡Qué ciego es el hombre cuando la perversidad de este mundo ha entrado a su corazón!

Dice la Palabra que mientras muchos lo seguían, algunas mujeres lloraban por él. La respuesta de Jesús es un tanto aterradora, pero a la vez una advertencia respecto de lo que vivimos hoy en día en una sociedad que no desea saber nada de él. Jesús les dijo que debían llorar más bien más adelante, pues vendrían tiempos peores. Y su frase fue la siguiente: «Porque si esto se hace cuando el árbol está verde, ¿qué no sucederá cuando esté seco?» (Lucas 23:31, NVI). Es decir, ¿qué podían esperar para después que él ya no estuviera en el mundo?

Tiempos peores

Ciertamente podemos decir que estamos viviendo los tiempos sobre los que los discípulos de Jesús habían sido advertidos. Pero eso no es motivo para desanimarnos. Simplemente estos pasajes nos ayudan a no sorprendernos de los tiempos, los que seguirán siendo difíciles mientras continúe luchándose la batalla por las almas del mundo, ya que si no tenemos esto en perspectiva, todo puede volverse muy desalentador.

Hasta que veamos a Jesús triunfante regresando entre las nubes, podremos como él clamar «Consumado es». Por lo pronto, nos toca ser valientes y luchar contra esa maldad y no dejarnos amedrentar de lo que el enemigo puede hacer, pues mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo (1 Juan 4:4).

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