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Limpia de primavera

Esta semana realicé algunas compras de cosas que necesitaba. Sin embargo, al llegar a casa, noté que no todo lo que había comprado cabía bien en mi armario. Así que decidí hacer una limpia de primavera (sí, vivo en el Hemisferio Norte). De pronto, la habitación se encontraba llena de ropa en la cama, montoncitos de objetos en el suelo y un sinfín de cositas por aquí y por allá.

Dentro de las cosas que encontré había algunas prendas de ropa que me pregunté por qué estarían hasta el fondo del clóset, si eran muy bonitas. Tuve que arrojarlas a la ropa sucia para lavarlas y así poder volverlas a usar, pues se encontraban llenas de polvo. Me sorprendió el darme cuenta de que había otros objetos las tenía aún guardados, como el uniforme de un empleo que tuve hace algunos años. Era claro que ya no me servía. Además, tenía que hacer espacio para lo nuevo.

El tesoro del corazón

A veces, nuestro corazón es como un armario. En él guardamos cosas valiosas e importantes para nosotros. A pesar de ello, en ocasiones anidamos sentimientos y formas de actuar o de reaccionar que ya no nos favorecen, que hemos aprendido ya que no son las correctas. En ocasiones, aprendemos algo nuevo acerca de Dios y no podemos guardarlo en nuestro corazón de manera efectiva para ponerlo en práctica, pues nos encontramos llenos de amargura, falta de perdón y otras cosas que ya no nos sirven.

En el libro de Lucas, Jesús nos advierte lo siguiente: «El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca» (Lucas 6:45, RVR60). De lo que tengamos guardado en nuestro corazón, inevitablemente de eso hablaremos. Y conforme a eso que decimos, actuaremos.

Es importante limpiar constantemente nuestro corazón así como limpiamos nuestra casa o nuestro clóset. Sacar los pensamientos, actitudes y hechos que nos han identificado últimamente, para poder reconocer si son cosas que hay que limpiar para usar adecuadamente, guardar como recuerdo o simplemente desechar.

Una casa limpia

Después de decirles que el hombre bueno saca buenas cosas de su corazón y el malo cosas malas, Jesús les pregunta a quienes lo escuchaban por qué lo llaman Señor si no lo obedecen. Aquel que verdaderamente es su discípulo, considera sus palabras y las pone en práctica. Santifica su corazón para agradar a Dios.

Nuestro corazón no es solamente como un clóset, sino como una casa entera que más vale esté limpia para poder recibir a Dios. Dice la Biblia que los de puro corazón son los que verán a Dios (Mateo 5:8). Él es santo y apartado, y no tiene nada que mezclarse con la oscuridad.

El día de hoy medita en las conversaciones en las que has estado involucrado recientemente, en las películas o series que han visto tus ojos, en lo que has hecho con el tiempo que tienes en tus manos. Organiza tu armario. Haz una limpia de primavera en tu corazón. Ya no es tiempo de guardar lo que no agrada al Señor. Además, es momento de hacer espacio para cosas nuevas en él. Caminemos y prosigamos en conocerle.

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