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El amor y el temor de Dios

A simple vista, el título de esta entrada parece hablar de dos cosas completamente opuestas. Lamentablemente nuestras experiencias terrenales han afectado nuestra perspectiva a la hora de pensar en el amor y el temor de Dios. Pero él es totalmente distinto a todo lo terrenal, por eso, debemos de derribar todos los conceptos equivocados, para entenderlo a la luz de la verdad.

 Cuando pensamos en nuestras propias experiencias paternales, partimos de los buenos o malos ejemplos que tuvimos. ¿A qué padre se le teme? A aquel que sin razón alguna puede reaccionar con ira o violencia. Esta idea del «temor» se opone por completo a la realidad del «amor». Si el amor y el temor no son incompatibles en Dios, entonces debemos de entender su definición a la luz de la revelación bíblica.

La reverencia y el asombro en el temor de Dios

Seguramente a estas alturas ya hayas escuchado varias enseñanzas o definiciones acerca del «temor de Dios». ¿Cuáles serían las más usuales? Probablemente como yo, hayas escuchado que implica reverencia y asombro. Esto sin duda es cierto, pero nos da mucho más para escudriñar.

Tener «temor de Dios» es estar conscientes de quién es Dios y quiénes somos nosotros. En otras palabras, ¡es poner a cada uno en su lugar! Unos de los videos que más me asombran y me entristecen en Internet, son los de aquellas «bromas» que jóvenes le hacen a sus padres, abuelos o personas de la tercera edad en los cuales los humillan o golpean con tal de ganar vistas. ¿Logras ver hacia dónde vamos? Todo mundo merece respeto, ¡pero cuánta mayor honra debemos de darle a aquellos que representan una figura de autoridad!

Cuando abrimos las páginas de la Biblia y vemos que al Dios a quien nos acercamos es un Dios completamente santo, justo, todopoderoso, sabio y perfecto, no hay otra respuesta coherente mas que vivir en sumisión y honra ante su grandeza. ¿Cómo portarnos altivos e indiferentes? ¿Cómo osar faltarle el respeto y desestimar su voluntad? Vivir en el temor de Dios, por lo tanto, impacta nuestra manera de vivir. Considerando quién es Dios, buscamos agradarle a través de nuestras palabras y acciones.

El pastor Samuel C. Storms dice de manera acertada que el temor de Dios es:

«Vivir, hablar, pensar y actuar siempre con la conciencia aguda y presente de que él es santo y nosotros no, él es poderoso y nosotros débiles, él es autosuficiente y nosotros completamente dependientes de cada soplo de bondad y gracia. Este es el tipo de “temor” que se expresa en temblor y asombro y en una abrumadora sensación de fragilidad y finitud personal».[1]

La compatibilidad del amor y el temor de Dios

Para finalizar, quiero hablar de otra experiencia que me platicó una amiga hace unos días. Meditando en su crianza, ella recuerda cómo sus padres le ponían pocas o nulas restricciones, y en una ocasión, siendo una niña, ella misma se acercó a sus papás y les dijo que ella necesitaba que le establecieran límites. Otras personas podrían pensar: «¡Genial! ¡No te pusieron un montón de reglas!», pero ella sabía que los límites y la disciplina eran una manifestación del amor y la protección de sus padres.

Cuando se trata de nuestro Padre Celestial, sabemos que tenemos la plena confianza de correr hacia sus brazos de amor y ternura, pero al mismo tiempo estamos conscientes de que no nos acercamos a cualquiera. Él sigue siendo el rey eterno, glorioso y digno de nuestra honra y reverencia. El poder acercarnos a un Dios tan majestuoso, solo puede hacer brillar más la maravillosa obra de Cristo que nos acercó a él.

[1] Storms, Samuel C. Fearing Our Heavenly Father Without Being Afraid Of Him. Enjoying God Ministries. Web. 8 Nov 2013.

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