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Cinco puntos para evaluar el año que pasó

Un nuevo año llegó, marcando la culminación de otro que es digno de evaluar. Me ha tocado conversar con cantantes y les he hecho la siguiente pregunta: «¿Te gusta escuchar la grabación de tus presentaciones?». Me sorprende que la mayoría responde que no, pero uno en particular llamó mi atención. Comentó que no es agradable escucharse, ya que en la grabación resaltan los errores e imperfecciones, pero es necesario hacerlo para poder crecer y mejorar. Esta persona pulía su técnica mediante la autoevaluación y también podía apreciar los buenos detalles en su ejecución.

Lo mismo sucede con la evaluación del año anterior. ¿Cómo podemos mejorar y crecer en este nuevo año si nos rehusamos a autoexaminar nuestro desempeño en el pasado? Si nos detenemos un momento a reflexionar, este podría ser un maestro extraordinario. A continuación me gustaría compartirte cinco puntos clave a tomar en cuenta a la hora de evaluar el año, con la finalidad de crecer, madurar y mejorar en vista de vivir al máximo este año entrante para la gloria de Dios.

1. Sé honesto y objetivo

Tal vez serás tentado a minimizar o ignorar tus puntos vulnerables, sin embargo recuerda que no hay nada que permanezca oculto delante de Dios. Él lo sabe todo y conoce la condición interna de todas las cosas. Ejemplo tenemos en el rey David, quien no solo sometió a prueba sus obras; él le pidió al Señor ir hasta lo profundo de su alma. Este es el ejemplo de un corazón genuino que desea crecer conforme al carácter de Dios. ¡David no solo sometió a prueba sus acciónes, sino también sus intenciones! «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos» (Salmos 139:23 RVR1960).

2. Identifica patrones improductivos

No está mal disfrutar de pasatiempos y aficiones. Sin embargo sería bueno poder medir el tiempo invertido en todas aquellas cosas de ocio que generan poco o nulo valor a los pilares de nuestra vida (llámense éstos pilares nuestra relación con Dios, nuestra familia, nuestro servicio para la iglesia o nuestro trabajo). Es muy probable que vivamos en la generación con más distracciones a su alcance. Basta observar en los sitios públicos lo desconectada que está la gente a causa de los teléfonos inteligentes. Pidamos a Dios sabiduría para administrar de manera sabia nuestro tiempo y nuestros recursos para poder dar fruto para la gloria de Dios. «Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel» (1 Corintios 4:1-2 RVR1960).

3. Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana… y cada año también

Al identificar tus fallas, no afrontes la realidad lejos de la misericordia de Dios. No hay disciplina del Señor que no venga acompañada de afirmaciones de esperanza. Como dice Romanos 8:1, «… ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…» La sangre de Cristo no caducó con el año anterior, su amor sigue vigente. Él continúa cubriendo multitud de pecados y hoy te brinda una nueva oportunidad de gracia para vivir de acuerdo a su voluntad. «El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!» (Lamentaciones 3:22-23 NVI).

4. Examina tu desempeño a la luz del valor eterno

Recuerda que los estándares de éxito de este mundo no son los mismos que lo que la Biblia nos enseña como trascendente. Hay cosas que la gente puede alabar, pero delante de Dios son efímeras y de poca trascenencia. El Señor ha marcado nuestro destino eterno y debemos vivir de acuerdo a esta realidad. Las Escrituras nos advierten que vamos a padecer por causa del evangelio, así que, ¡no te desanimes cuando la gente a tu alrededor no te comprenda! Pablo nos dice en Filipenses 3:7: «Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.» (RVR1960) Cuando el Espíritu Santo viene a nuestra vida, repara el sistema de valores de nuestro corazón, permitiéndonos ahora apreciar las cosas del cielo. «Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente» (1 Corintios 2:14 RVR1960).

5. Ten un corazón agradecido.

Reconoce que todo lo bueno vivido en el año es resultado de la gracia de Dios, por tal motivo debemos de darle a él toda la gloria y la alabanza. Seremos tentados a enorgullecernos por nuestros logros y victorias, así que pide ayuda al Señor para que forje en tu vida un corazón humilde. Valora aún los pequeños detalles y cultiva la gratitud en aquellos detalles que podrían pasar inadvertidos. «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Santiago 1:17 RVR1960)

Damos gracias a Dios por este año que culmina, llenos de fe y expectativa miramos hacia el frente. ¡Lo mejor está por venir!

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