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Bienaventurados los soñadores

Si lo que sueñas fuera una película, ¿qué tipo de historia contaría?, ¿sería una cinta que vale la pena ver? Soñar es un privilegio, es esa capacidad sobrenatural de imaginar cualquier cosa que deseamos que nuestra mente vea.

Qué mejor momento que al iniciar un año para darle vía libre a la imaginación y darnos el lujo de superar cualquier presupuesto, tiempo o espacio. 

Para el guionista como para el soñador, es muy fácil escribir o imaginar: «El protagonista de esta historia logra todo lo que se propone». Pero así como en la producción de una película llevar esa imagen del guión a la escena requiere de mucho trabajo, para que los sueños pasen de la imaginación a la realidad, se necesita un puente entre esos dos mundos.

Los expertos en el tema de lograr metas y alcanzar sueños mencionan en sus elocuentes discursos dos palabras que resultan algo amargas, pero terminan dándole un sabor dulce a la vida: esfuerzo y disciplina. La Biblia lo confirma en Hebreos 12:11: «Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella», (NVI).

Más allá de métodos o fórmulas, la Palabra de Dios contiene principios que nos permiten construir el mejor plan para cumplir nuestros sueños y no llegar a fin de año con la frustración de no haber logrado lo que en la imaginación nos ilusionó tanto. Estos son algunos:

Escribir

Antes de crear al hombre Dios debió tener una idea de cómo quería que fuera. Para ver de manera más clara tus sueños, dibújalos, escríbelos, píntalos o plásmalos de alguna forma. En este punto no hay reglas, lo importante es que los saques de tu cabeza. Este proceso aclara la visión y anima al soñador.

«Escribe mi respuesta con claridad en las tablas, para que un corredor pueda llevar a otros el mensaje sin error. Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá», Habacuc 2:2-3 (NTV).

Declarar

Después de imaginar cómo sería el resultado final de su obra, Dios habló y todo fue creado. ¡Sorprendente! Una enseñanza que nos advierte que las palabras tienen poder. Proverbios 18:21 dice: «Muerte y vida dependen de la lengua, según se utilice así será el resultado»”(BLPH). Dios soñó con crear el universo y le dio vida a ese deseo declarándolo con su boca. ¿Qué sueño tienes y con qué palabras le estás dando vida? No seas el verdugo de tu sueños. A veces caemos en el error de preocuparnos más por la ropa que usamos que por las palabras que decimos.

«El Señor tan solo habló y los cielos fueron creados. Sopló la palabra y nacieron todas las estrellas», Salmo 33:6 (NTV).

Trabajar

¿Qué harías si un año de tu vida durara lo que dura un día? Al iniciar el año estamos motivados, pero con el tiempo perdemos el impulso. Nos invade la rutina y llegamos al sexto mes frustrados porque nuestras buenas intenciones se quedaron en eso. Cuando llega octubre nos resignamos y esperamos que comience un nuevo año para hacer un «recálculo».

Si un año durara lo que dura un día, viviríamos cada día en serio y con intención, sin dejar nada para mañana. No se trata de hacer en un día lo que no hemos hecho en 30, pero sí de reconocer que si no empezamos hoy, tampoco lo haremos mañana ni el día después.

Usa una agenda y haz una lista de pequeñas tareas que debes realizar para cumplir la grande. Establece fechas, tiempos y presupuestos. Es posible que no cumplas todo al pie de la letra pero lo importante es tener un plan de acción.

«Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia y que el amo a quien sirven es Cristo», Colosenses 3:23 (NTV).

Creer

Lo anterior son tareas que te corresponden a ti, después de hacerlo todo, deja que Dios sea Dios y confía en que él hará lo que tú no puedes lograr por ti mismo. Pídele a Dios promesas, estas serán lo primero que te dará ánimo para superar los inevitables obstáculos.

«¿Cómo que “si puedo”?-preguntó Jesús-. Todo es posible si uno cree», Marcos 9:23 (NTV).

Premiarse

Es una buena manera de incentivar la voluntad. Prémiate por cada meta cumplida. Es importante que reconozcas tu esfuerzo y sepas que aunque no has logrado todo lo que quisieras, tampoco estás en el lugar donde empezaste. Esto hará que el camino hacia tu sueño no sea monótono o solo una cuestión de esfuerzos y sacrificios. Tómate el tiempo para disfrutar plenamente cada triunfo y analizar en detalle cada fracaso.

«Entonces llegué a la conclusión de que no hay nada mejor que disfrutar de la comida y la bebida, y encontrar satisfacción en el trabajo. Luego me di cuenta de que estos placeres provienen de la mano de Dios», Eclesiastés 2:24 (NTV).

Bienaventurados los soñadores porque son como niños: capaces de imaginar lo que ningún ojo ha visto y valientes para creer que pueden alcanzarlo.

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