Muchas personas dicen hallar la paz en estados contemplativos, en respirar profundo, no pensar en nada o quizás imaginarse que se está en una isla desierta frente al vasto mar, sin nada alrededor que estorbe el pensamiento. El valor de estar en el aquí y el ahora. Lo que muchos llamarían meditar.
Hace muchísimos años, un grupo de creyentes llamado los místicos, se dedicaban a hacer algo así pero con Dios. Se dedicaban a buscar experiencias especiales. Decían que cada vez que se encontraban con él en intimidad, podían liberarse de su carnalidad y acercarse más a la voluntad de Dios. Pensaban que meditar en él y en su grandeza ponía las cosas en perspectiva.
Probar a Dios
No sé si las prácticas de aquellos místicos eran genuinas o sanas. No será el punto de esta reflexión. Sin embargo, la Biblia también nos llama a contemplar a Dios, a meditar en él para ver nuestra vida en perspectiva divina; a ver las cosas con ojos espirituales, no carnales.
En esto pensaba al escuchar recientemente la canción «Probar y verte» de Majo y Dan. Justo este deseo es captado por la canción. Los compositores lograron enfocarse en la majestad de Dios y en percibir lo sagrado que existe en sentarnos a contemplarlo y a confesar su grandeza y su belleza.
El Salmo 111, que nos dice que temer a Dios es el principio de toda sabiduría, nos guía a meditar en sus obras, a ver la gloria y hermosura que hay en lo que él hace. Manifiesta sus maravillas con poder y su justicia puede palparse en cada una de ellas. Hay verdad, fidelidad y rectitud en cada uno de sus hechos.
Cambiando la perspectiva
Hacemos bien cuando meditamos en todo esto, lo cual nos lleva al temor del Señor. El contemplarlo lo honra y nos acerca más a su corazón. Quizás un momento así puede empezar con una simple canción como esta, que escuches en tu tiempo de intimidad con él. O con un Salmo como el 111. De ahí, medita sobre lo que el Señor ha dicho y hecho a lo largo de su Palabra, y en lo que ha hecho en ti y en tu vida.
Así como muchos creen hallar la paz y el secreto de la vida en la meditación, tú podrás verdaderamente hallarla al pensar en Cristo y en su obra. Implica mucha paciencia, pues para quienes estamos acostumbrados a tener la mente en mil cosas a la vez, quizás al principio sea difícil concentrarla en Cristo. Sin embargo, una vez que lo hagas, nada podrá verse más grande comparado al gran Dios que te ama y te cuida. No nos acostumbremos a la cercanía de Dios, continuemos contemplándolo. Practiquemos el «probar y ver» a nuestro Dios.
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