En este mundo tan diverso, la moda es muy distinta en diferentes países y culturas; esto hace que el tema sea algo complejo de abordar, ya que se cree que es muy subjetivo. Precisamente, para dejar a un lado la subjetividad, veremos qué dice la Biblia sobre esto. Gracias a Dios que, como seguidores de Jesús, podemos acudir a la Palabra para tener luz en dilemas culturales concernientes a la educación y estándares de belleza, entre otras cosas.
La vestimenta en las iglesias
Es cierto que dentro de la iglesia el tema de la vestimenta es delicado. Para algunas personas es muy obvio no llevar escote, faldas cortas o ropa pegada, pero para otras personas esto es tan normal como ponerse zapatos o cualquier otro accesorio común. La intención de este artículo es llevar a las mujeres, más que a mirar su ropa, a escudriñar las motivaciones del corazón y descubrir cuán hermosas son ante los ojos de los ojos de Dios, el único del que buscamos aprobación.
Debemos tener presente que la mujer que se viste atrevidamente no siempre lo hace para llamar la atención o para hacer pecar a alguien. Hay muchas motivaciones o intenciones que parecen buenas y es por eso que lo aterrizaremos todo sobre la Biblia, esperando que el Espíritu Santo redarguya nuestros corazones.
Veamos tres exhortaciones de la Palabra con relación a la vestimenta femenina.
Adoración
«Y quiero que las mujeres se vistan de una manera modesta. Deberían llevar ropa decente y apropiada y no llamar la atención con la manera en que se arreglan el cabello ni con accesorios de oro ni con perlas ni ropa costosa. Pues las mujeres que pretenden ser dedicadas a Dios deberían hacerse atractivas por las cosas buenas que hacen» (1 Timoteo 2:9-10, NTV). En esta carta de Pablo a Timoteo, desde el primer capítulo, vemos que Pablo tiene preocupación por la iglesia de Éfeso en muchos aspectos: falsos maestros, falta de fe y… parece que también había problemas políticos. Suena muy similar a nuestro tiempo, ¿no es así?
Ahora bien, es interesante que termina el capítulo dos exhortando a las mujeres. Pero en el capítulo dos el tema no es la mujer, ¡es la adoración a Dios! Pablo considera importante la vestimenta y la conducta de la mujer como parte fundamental de una verdadera y genuina adoración a Dios, porque antes de exhortar acerca de la vestimenta, hace un llamado a la adoración: «Deseo que en cada lugar de adoración los hombres oren con manos santas, levantadas a Dios, y libres de enojo y controversia» (1 Timoteo 2:8, NTV).
La adoración se trata de apuntar a Dios, y lo que nosotros hacemos mediante la ropa indecorosa o el ostento es apuntar hacia nosotros mismos.
Cuida a tus hermanos en la fe
«Cuando ustedes pecan contra otros creyentes al alentarlos a hacer algo que para ellos está mal, pecan contra Cristo. Por lo tanto, si lo que como hace que otro creyente peque, nunca más comeré carne mientras viva, porque no quiero hacer que otro creyente tropiece» (1 Corintios 8:12-13, NTV). Probablemente la mujer que viste provocativa ignore lo está siendo, un tropiezo. Puede escudarse en cosas como: «Para mí no está mal vestirme así, toda la vida lo he hecho», pero aquí Pablo nos exhorta a que aunque yo tenga conocimiento de que eso que hago «no hace daño», tengo que considerar a mis hermanos a los que sí les hace daño. Nuestro deseo debe ser no hacer tropezar a ningún creyente que pueda pecar con los ojos y con la mente.
Dios te ama
Recuerda que al querer tener la aprobación y la mirada del hombre, esclavos somos del hombre. Dios nos ama y él es el único cuya opinión debe importarnos. En su Palabra dice que con un espíritu tierno y sereno seremos hermosas delante de él: «No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios» (1 Pedro 3:3-4, NTV)).
Analiza, ora y pide al Señor que te muestre las motivaciones de tu corazón y que el Espíritu Santo te guíe a toda verdad, que te de un espíritu moldeable al cual no le cueste entregar algo tan preciado como tu manera de vestir. Que toda tu vida sea un reflejo de adoración a Dios.
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