Todo padre desea lo mejor para sus hijos. Estamos deseosos de ver esa sonrisa cuando se les concede algún regalo o una experiencia memorable. En la era moderna, muchos padres de familia han investigado las formas más efectivas para la crianza y el desarrollo infantil, tomando en cuenta el impacto que las palabras y la educación pueden tener en la vida de los pequeños.
Todo esto me parece fantástico. Me duele profundamente cuando los niños son marcados con palabras hirientes; sin embargo, hay algo que no podemos permitir en nuestro afán por su afirmación. Nuestra labor como padres no es sencilla, ya que por una parte queremos que crezcan con palabras amorosas y positivas, pero por otra parte, no podemos ocultar la realidad espiritual que deben enfrentar. De hecho, no hay nada más amoroso que ayudar a nuestros hijos a que reconozcan su necesidad de un Salvador.
Ayuda a tu hijo a reconocer que es un pecador
Debido a que nuestro corazón busca continuamente que nuestros hijos se sientan bien, hay una tendencia muy fuerte en nosotros de encubrir su pecado para que ellos mismos —y todos a su alrededor— los vean como «buenas personas». A la luz del evangelio, nuestros hijos son pecadores necesitados de Cristo para salvación. No hay nada de malo en las palabras afirmativas, siempre y cuando no ocultemos esta realidad espiritual. Todos somos testigos que aun desde pequeños vemos evidencia de la naturaleza corrompida en ellos, y esto lo afirma el apóstol Pablo: «pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios» (Romanos 3:23, NVI).
Ayuda a tu hijo a ver la gloriosa esperanza en Cristo Jesús
Ahora bien, no podemos dejar a nuestros hijos en un estado de derrota y de condena. Es nuestro deber enseñarles la respuesta de Cristo al problema de su corazón. Podemos decirles: «Así es hijo, al igual que yo, tú también has pecado y el pecado nos separa de Dios. La buena noticia es que Cristo fue a la cruz a pagar por tus pecados para que puedas ser salvo y recibir el inmenso amor de Dios». Debemos exponer a nuestros hijos a la Palabra de Dios, a su maravillosa gracia y a su infinita misericordia. Evita a toda costa que busquen el buen comportamiento mediante su propio esfuerzo, deben reconocer su completa dependencia de Jesús.
Ayuda a tu hijo con un amor incondicional
Nuestros hijos nos van a fallar, y cuando eso suceda, ellos deben saber que contarán con nuestro amor incondicional. Deben saber que papá y mamá los acompañarán en todo momento en sus victorias y fracasos, en sus buenos y malos momentos. Nuestro compromiso de guiar a nuestros hijos por el camino del Señor no está condicionado por las circunstancias o la dificultad de éste. Hemos recibido la comisión de Dios de ser buenos mayordomos de este tesoro que él nos ha confiado; este tesoro llamado «hijos».
No des por sentado que por crecer en un hogar cristiano ellos ya no tienen la necesidad de escuchar el evangelio. Nuestra familia es nuestro principal campo misionero.
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