Si hoy te preguntan: «¿Cuál es tu propósito aquí en la tierra?», ¿qué responderías? Bien, seguramente habrás dado excelentes respuestas, sin embargo, creo que todas las respuestas legítimas a esa pregunta parten de lo que Pablo menciona en Romanos 8:29 (NVI): «Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos» (énfasis mío). ¡Nuestro propósito es ser conformados a la imagen de su Hijo! En otras palabras, somos llamados a seguir sus pasos, a vivir la vida que él vivió, a seguir su ejemplo.
Esta tarea de ser «conformados» a la imagen de Jesús tiene una amplitud que abarca ciertos aspectos fundamentales que encontramos en la Biblia, los cuales mencionaré a continuación:
- El aspecto del conocimiento (la fe correcta)
En Gálatas 4:19 (NVI), Pablo menciona una idea similar; él le dice a la iglesia de Galacia que una vez más vuelve a «…sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado…» en ellos. En el contexto, esto significa que Cristo es formado en ellos cuando su creencia acerca de Dios y de Jesús es conforme a la revelación de su Palabra. ¿Cuál era el problema de los Gálatas? Habiendo creído en el evangelio, de manera pronta se volvieron a las obras de la ley como su medio de salvación y santificación.
Somos conformados a la imagen de Jesús cuando abandonamos todas nuestras creencias erróneas, y nuestro conocimiento es alineado —y por lo tanto nuestra fe— a la revelación de su Palabra. A fin de cuentas, ¿cómo podemos ser conformados a la imagen de alguien que desconocemos o interpretamos erróneamente?
- El aspecto moral (el carácter y las actitudes)
Ahora es Pedro que expone una idea en armonía con la enseñanza de Pablo; él afirma, en el contexto del sufrimiento, que nuestro propósito es seguir los pasos de Jesús. «Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos» (1 Pedro 2:21, NVI). El contexto alrededor del versículo es Pedro exhortando a los creyentes a tener una buena actitud al someterse incluso a sus amos «insoportables», poniendo como ejemplo el carácter de Cristo y su noble actitud ante el padecimiento que enfrentó.
Somos conformados a la imagen de Jesús cuando actuamos y reaccionamos de acuerdo a su carácter. Procuramos ser humildes porque él fue «manso y humilde de corazón», perdonamos las ofensas porque él perdonó nuestro pecado, procuramos ser pacificadores porque él es el Príncipe de Paz.
- El aspecto práctico (nuestras acciones y decisiones)
Este tercer aspecto es quizás el más complicado para aplicar esa «conformidad». Tal vez es en esta área donde la brecha entre nuestra condición y el ejemplo de Jesús sea más grande. Ahora es Juan el que enseña en paralelo a Pablo y Pedro, y en 1 Juan 2:6 menciona: «el que afirma que permanece en él debe vivir como él vivió» (NVI). Así es, ¡debemos vivir como él vivió! Esto involucra las acciones y decisiones de nuestra vida cotidiana. No solo buscamos una conformidad interna y moral, también debemos procurar imitar su estilo de vida. ¿Cómo vivió Jesús? Él llevó una vida de abnegación.
Hoy en día condicionamos nuestras decisiones con base en la seguridad o el confort que éstas puedan producir. En contraste, Jesús viajaba a ministrar a pesar de no tener donde recostar su cabeza, servía a las personas aun después de largas jornadas de trabajo, su afán no era por lujos y vacaciones, él vivía totalmente dedicado a salvar y sanar a los pecadores sin esperanza sin importar el costo que hubiese que pagar. Su enfoque absoluto era la gloria de Dios. Y por supuesto, ese llamado culminó con una corona de espinas y clavos sobre sus manos.
A este mismo hombre es al que somos llamados a imitar. Pablo dijo: «He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí» (Gálatas 2:20, NVI).
Si Dios te llama a un lugar más incómodo o te pide renunciar a ciertos sueños o «ideales de vida», ¿estarías dispuesto a seguir sus pasos? Descuida, si esto dependiera meramente de nosotros estaríamos perdidos. Gracias a Dios que nos ha dado a su Espíritu Santo para ayudarnos a renunciar a lo terrenal y seguir a Cristo hasta el final.
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