Cuando pensamos en la iglesia, no nos cuesta trabajo entender que los pastores y líderes de ministerios tienen ciertas responsabilidades en la iglesia. Pero en cuanto al resto de los miembros, ¿tenemos algún grado de responsabilidad para con la iglesia? La respuesta es sí. Veamos lo que enseña la Biblia al respecto.
Somos responsables del crecimiento espiritual de los demás
Todo el mundo quiere poner la carga del crecimiento espiritual de los miembros de la congregación sobre los pastores y líderes. Cuando vemos débiles en la fe, somos prontos en juzgar y decir: «¡Es que los pastores no están haciendo bien su trabajo!». La Palabra de Dios enseña que todos somos responsables de edificar al cuerpo de Cristo. El apóstol Pablo enseña lo siguiente: «Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación» (Romanos 14:19 NVI). Dios nos ha capacitado con dones y talentos para ponerlos al servicio de nuestra familia espiritual.
Somos responsables de ayudar a los que enfrentan adversidades
Nuevamente, cuando alguien ha dejado de asistir a las reuniones, se dice: «¡Que el pastor lo visite y atienda su situación!». Definitivamente el pastor debe velar por las ovejas, pero la labor de apoyar a los débiles en la fe y a los que pasan por adversidades es de cada miembro de la iglesia. Esto es lo que enseña Pablo a los Gálatas: «Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo» (Gálatas 6:2 NVI).
Somos responsables de cuidar que nuestros hermanos no se aparten de la fe
Cuando veamos que alguien esté titubeando o pasando por un tiempo de duda, asumamos la responsabilidad en amor de instruir y exhortar a nuestro hermano para que no se aparte del camino. Esto es lo que precisamente le dice el autor de Hebreos a sus lectores: «Más bien, mientras dure ese «hoy», anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado» (Hebreos 3:13 NVI).
Dios nos ha hecho parte de un cuerpo y somos dependientes los unos de los otros. Tienes una función muy importante en tu iglesia local; más allá de que tengas un nombramiento o no, eres responsable de ser discipulado y también discipular a otras personas. Que el Espíritu Santo nos guíe en esta preciosa labor.
«En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes.» (1 Pedro 3:8 NVI)
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Realmente muy bendecida con lo que acabo de leer, lo compartiré con mis hermanos en Cristo y miembros de la iglesia a la cuál pertenezco, Jesucristo Emperador ❤️