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Café, cartas y Jesús

¿A quién le gusta sentirse fuera de lugar? Hacemos todo por encajar. Buscamos personas con nuestros mismos intereses, muchas veces incluso con las mismas creencias, y la verdad es que nos cuesta aceptar la diferencia. Sin embargo, algunas experiencias recientes cambiaron mi perspectiva sobre mi deseo de pertenecer.

Desde hace algunos meses vivo en un país extranjero, mi ciudad de origen está a más de 8 mil kilómetros de distancia, entre 25 y hasta 35 horas de viaje en avión (dependiendo de aerolíneas y escalas). El idioma que aquí se habla solo tiene en común con mi lengua materna su origen en el latin y lo difícil que puede ser conjugar correctamente todos los tiempos verbales.

Soy extranjera. En francés la palabra «extranjero» se pronuncia y se escribe de la misma manera que la palabra «extraño»: étranger(e). Eso quiere decir que para los habitantes de este lindo país, soy extranjera y extraña a la vez. Puede ser impactante, pero quiero compartirte tres cosas que me han ayudado a dejar de sentirme incómoda con el hecho de no ser de aquí (de este país), pero que también me han ayudado a descubrir que tampoco soy de allá (mi país de origen).

Café

Una persona que admiro me enseñó que necesitaba aprender a disfrutar mi tiempo con Dios. Que debía ser intencional y buscar el mejor momento para conversar con Jesús cada día. Mi zanahoria, mi premio, es el café. Tomando café a diario con Jesús aprendí que delante de él puedo ser yo misma. Descubrí que nuestros encuentros pueden ser diferentes: una cita romántica, una junta de quejas y reclamos (siempre de mi parte, claro está), una sesión de consolación y muchas lágrimas, y mil cosas más, lo único indispensable, un flat white y buena música.

¿Por qué esta intimidad me ayudó a apreciar el hecho de ser extranjera? Te lo cuento en el siguiente punto.

Cartas

Son muchos los temores que tenemos cuando empezamos a socializar con personas en un idioma diferente al nuestro: cometer errores, ser malinterpretados, vernos como tontos. Puede suceder. Me ocurrió cuando me invitaron a una reunión con otros jóvenes de mi edad. El plan de la noche: juegos de mesa. Para hacer la historia corta, solo diré que jugar cartas en un idioma extranjero pone muchas cosas a prueba, como es lógico, la capacidad para pensar rápido en otro idioma, pero aún más importante, el carácter. 

Balance de la noche: número uno, la actitud es lo que cuenta aunque no logres aportar un solo punto a tu equipo súpercompetitivo. Número dos, si me volvieran a invitar a este tipo de actividades solo en caso de fuerza mayor diría que no, ¿por qué? Porque ahora sé que no debo evitar ponerme en situaciones incómodas, no debo protegerme con tal de mantenerme a salvo y quedarme en ese terreno en el que mejor me desempeño. ¿Qué me enseña esto sobre el hecho de ser extranjera y creyente? Te invito a leer el siguiente punto.

Jesús

Como creyentes, todos somos extranjeros. Si somos seguidores de Jesús, en esta tierra será difícil estar cómodos y sentir que pertenecemos. Jesús lo dijo en Mateo 10:16 «Los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sean astutos como serpientes y sencillos como palomas» (NVI). Una oveja en medio de lobos necesita tomar café con Jesús todos los días para no olvidar a quién y a dónde pertenece, pero también, jugar a las cartas con otras ovejas que le pertenecen a él, pero no lo recuerdan, y ayudarlas con su falta de memoria.

En el proceso estaremos incómodos, por eso, no deberíamos temerle a la falta de empatía, a las preguntas incómodas, a la crítica o incluso al rechazo. Son cosas que suceden en la vida, sobre todo, cuando vivimos como verdaderos cristianos. Jesús sabía que no pertenecía a este mundo, y que una vez cumpliera su misión se iría a su verdadera casa, al lado del Padre. Conocer esa verdad le permitió tener el carácter para ser astuto y sencillo.

Si podemos ser transparentes con Jesús, si él nos acepta como somos, ¿por qué protegernos y temer por lo que otros puedan pensar de nosotros? Mientras estemos en este mundo seremos extranjeros, estaremos fuera de lugar y tendremos la sensación de estar en el lugar equivocado correcto, porque es el lugar al que él nos envió.

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