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Dile adiós a la queja (Parte 2)

Es tiempo de decirle adiós a la queja! En la entrada anterior planteamos lo común que es la queja en nuestra vida. Quizás tan común, que muchas veces lo hacemos sin siquiera notarlo. Una vida libre de queja podrá avanzar en sus proyectos y florecer en sus relaciones. La gratitud, hasta en los mas mínimos detalles, siempre ha sido factor para la trascendencia.

«Traté de entender por qué los malvados prosperan, ¡pero qué tarea tan difícil. Entonces entré en tu santuario, oh Dios, y por fin entendí el destino de los perversos» (Salmos 73:16-17, NTV). A continuación veremos, de la mano del salmista Asaf, la solución para el corazón quejumbroso.

Deja de intentar ser Dios

Asaf confesó: «Traté de entender por qué los malvados prosperan», esto muestra que él quería ponerse en la posición de juez, una tarea demasiado difícil para alguien con corazón corrompido y una mente limitada a consecuencia de la caída. Solo hay uno bueno y perfecto, y ese es Dios. No podemos ponernos en su posición de soberanía y autoridad sobre la vida de nadie más; ni siquiera de la nuestra.

Hay descanso cuando sabes que Dios es bueno y perfecto, y todos sus designios, aunque muchas veces no logramos entenderlos, son la mejor decisión posible. En cambio, nosotros tenemos mente y comprensión limitadas, no logramos ver todos los ángulos y perspectivas, lo cual debe mantenernos en humildad, reconociendo y agradeciendo las formas en las que Dios trabaja en nosotros y a través de los demás.

Pon la mirada en el cielo

El mismo Asaf declara: «Sin embargo, todavía te pertenezco; me tomas de la mano derecha. Me guías con tu consejo y me conduces a un destino glorioso. ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te deseo más que cualquier cosa en la tierra» (Salmos 73:23-25, NTV).

Si analizamos las constantes quejas que brotan de nuestra vida, nos daremos cuenta de que la mayoría de ellas son por el apego a cosas terrenales, pasajeras y llenas de vanidad. Si ponemos nuestro anhelo principalmente en cosas como el éxito profesional, una relación, nuestra economía  o posesiones, nos llenaremos de amargura, como dice Asaf, porque aquellas cosas jamás podrán satisfacer el corazón del hombre.

Poner la mirada en Cristo nos permitirá enfocar nuestros afectos en las cosas celestiales, en Cristo mismo, en donde la insatisfacción se transformará en un gozoso contentamiento. ¡Si lo tienes a él, lo tienes todo! Somos ricos a la luz de la eternidad, la realidad a la que fuimos llamados a abrazar. De la mano de Cristo, dile adiós a la queja y vive una vida de plenitud en él.

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