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Dejen a los niños venir a mí

«¡No se lo impidan!», respondió Jesús a los discípulos que querían obstruir que acercaran a los niños a él. Hasta la fecha muchos los siguen menospreciando. Es impresionante la guerra que generación tras generación ha librado el reino de las tinieblas en contra de este precioso tesoro que son los niños. Jesús fue experto en defender a los marginados e indefensos y esta vez no fue la excepción.

Cristo nos ha dejado un ejemplo a cada uno de nosotros. ¡No impidamos que los niños se acerquen a él! Por el contrario, seamos impulsores de su relación con Dios. Es importante que en nuestro contexto identifiquemos formas sutiles en las que lejos de ser facilitadores, frustramos la comunión que ellos pueden tener con Jesús desde pequeños.

Menospreciamos su capacidad intelectual

Cada vez está más documentada por la ciencia la alta capacidad que tienen los niños para aprender y retener todo lo que ven y entienden. Los niños a los tres años ya tienen la capacidad de pensar de manera creativa para la resolución de problemas.[1] Es fundamental que la evangelización comience desde temprana edad.

Sobreenfatizamos su inocencia

Por supuesto, los niños son símbolo de inocencia. Pero no debemos sobreenfatizarla al punto de ignorar que desde nuestro nacimiento todos tenemos la condición de pecadores. Cuando pasamos por alto su condición, los privamos de que ellos se vean a sí mismos como necesitados de un Salvador. Necesitamos la sabiduría de lo alto para afirmar sus corazones y brindarles seguridad, y al mismo tiempo, llevarlos a reconocer que son pecadores y necesitan creer y confiar en Jesús como su Salvador.

La importancia del buen ejemplo

Los niños son una esponja que absorbe todo lo que ve. Si queremos acercarlos a Jesús, ellos tienen que ver congruencia en nosotros. Deben ver una relación viva y sincera con Jesucristo. Deben ver como sus padres toman en cuenta a la iglesia local para la toma de decisiones. Deben de ver a sus padres dejar su comodidad para servir y compartir de Jesús. Nos quejamos de que corran a los videojuegos y al entretenimiento, pero al mismo tiempo nos ven a nosotros pasar más horas en series y películas que en la Palabra y la oración. Seamos un ejemplo de pasión y entrega, proclamando que Jesús es digno de que entreguemos todo lo que somos.

«Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos». (Mateo 19:14, NVI).

[1] Emprende hoy. Las edades del aprendizaje en los niños. Web. Febrero, 2018.

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