Primary Navigation

Lo que aprendí de Ana y su amargura

Sé que el título de esta entrada te puede parecer bastante extraño. Quizás estás pensando: «Espera un momento…¿qué se puede aprender de una persona amargada?». Usualmente solo pueden aportar cosas negativas, pero en este caso hay un principio muy valioso que podemos aprender de esta extraordinaria mujer de la Biblia.

Así es, estamos hablando de Ana, la mamá del profeta Samuel. Ella estaba profundamente atribulada a causa de su infertilidad, y acudiendo a la casa del Señor, la Biblia enseña que «ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente» (1 Samuel 1:10, RVR1960). Su angustia era tan profunda, ¡que el sacerdote Elí creyó que estaba embriagada! La respuesta de Ana a la confrontación del sacerdote sencillamente transformó mi vida. 1 Samuel 1:15 dice que «…Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová» (RVR1960).

Ana, hoy en día, se ha convertido en uno de mis personajes favoritos de la Biblia, porque de ella aprendí que aun en nuestro estado más bajo y vulnerable podemos acercarnos con confianza al Padre a «derramar nuestra alma delante de él». Ana entendió que él es omnisciente y omnipresente, y si él ya conocía todo lo que había dentro de ese corazón abatido, ¿por qué habría de ocultar ese torrente de emociones? El desenlace de la historia nos muestra que Dios se agrada de la honestidad y sinceridad de nuestras oraciones. Claro que en ningún momento Ana le faltó el respeto al Señor, pero la historia nos muestra que ella no se reservó ninguno de sus sentimientos. Después de haber creído que fue escuchada por Dios, y habiéndolo adorado, la historia nos cuenta que «Jehová se acordó de ella» (v.19) y concibió a su hijo Samuel.

De Ana también aprendí que Dios es digno de rendir a sus pies incluso el mayor anhelo de nuestro corazón. Cuando nació su hijo, Ana lo entregó al Señor para que sirviera en el ministerio sacerdotal. Hoy en día conocemos al profeta Samuel como una de las figuras más importantes del Antiguo Testamento. Cuando te acuerdes de él, no olvides a esa extraordinaria mujer que fue pieza clave para que se cumpliera cada uno de los propósitos de Dios en su vida. Así como Ana, «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16, RVR1960).

Comentarios en Facebook


Publicidad
Blogs recientes

Las cosas que son para siempre

La ansiedad y el corazón de Jesús

Café, cartas y Jesús

Una palabra para los que esperan

Usa tus ojos espirituales

Una fe audaz

¿Qué voz escuchas?

El dilema del cansancio

Sigamos adelante

Transparente

Conéctate
Se el primero en conocer los nuevos posts.
Respetaremos tus datos
Comparte en tus redes