La dificultad de los tiempos que vivimos va mucho más allá de la pandemia. Quizás, los retos más amenazantes no tienen que ver con un virus que pone en riesgo la integridad física de las personas, sino uno que ataca las mentes y los corazones. En 2 Timoteo 3, Pablo le advierte a su amigo Timoteo, «que en los últimos días vendrán tiempos difíciles» (NVI). Y precisamente, Pablo no habla de virus o bacterias, hace referencia a hombres con la cualidad de engañar a otros, dominados por su egoísmo y arrogancia.
No seas presa del engaño
Ante la inminente amenaza, cada uno de nosotros debemos de preguntarnos dos cosas: «¿Cómo me mantengo firme?», y «¿cómo puedo ayudar a los demás a prevalecer?». El consejo de Pablo a su hijo en la fe representa un notable ejemplo para nosotros en la actualidad. «Pero tú permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste» (2 Timoteo 3:14, NVI). La esperanza para obtener la victoria sobre las dificultades de la era presente se encuentra en nuestra perseverancia en la enseñanza de la Palabra de Dios. En otras palabras, lo que Pablo le está diciendo es: «Timoteo, ¿sabes qué es lo único que te ayudará a no caer en el engaño de los hombres perversos? No son tus habilidades, ni tu inteligencia, ni tus logros académicos. ¡Aférrate a la enseñanza de la Biblia! Abrazar la sana doctrina es tu única esperanza».
La fuente del discernimiento
¿Por qué la Palabra de Dios es tan importante a la luz de los peligros? El mismo Pablo nos dice más adelante que: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia» (2 Timoteo 3:16, NVI). No es cualquier enseñanza, no es cualquier discurso, ¡estamos hablando de las mismas Palabras de Dios! Imagina por un momento que estás en un túnel oscuro y no puedes ver nada en lo absoluto. De pronto una voz comienza a hacerse escuchar, esa voz comienza a guiarte hasta que repentinamente logras ver la luz de la salida. Así es la Palabra de Dios. Todas sus palabras son perfectas y verdaderas. Por medio de ellas, obtenemos el discernimiento para conocer aquello que es bueno o malo, aquello que destruye o edifica, aquello que guía a la perdición o a la salvación. 2 Timoteo 3:15 dice: «Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús» (NVI).
La peor amenaza de los tiempos actuales no es un virus, tampoco es una pandemia; es toda influencia que te amenaza con apartarte de las enseñanzas de las Escrituras, porque alejándote de ellas, te aleja de la fe en Jesús, y sin Cristo, no hay salvación. Atesora la Palabra ¡es tu única esperanza!
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