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Preparados para el regreso

Las iglesias en todo el mundo viven un hecho sin precedente. A causa de la pandemia de COVID-19 nos vimos forzados a cerrar nuestros auditorios para hacer la iglesia en un formato en línea. La creatividad surgió casi de manera forzada al buscar estrategias que —a pesar de la distancia— nos mantuvieran conectados y en unidad. La realidad es que no sabemos cuándo vamos a regresar; unos lo harán antes, otros después. Las noticias a veces suenan alentadoras y a veces pintan un panorama descorazonador. A pesar de la incertidumbre, hoy hay algo que sí podemos hacer: prepararnos para el regreso.

Todos anhelamos ese día en el que juntos podamos servir a Dios de manera presencial. La pregunta es, ¿cómo vamos a regresar? A continuación te compartimos dos aspectos que debes cultivar para que regreses completamente transformado.

Cultiva un corazón entusiasta

Tal vez antes de la cuarentena te sentías inmerso en la rutina o quizás te sentías viciado en lo que hacías para Dios, que dejó de ser algo disfrutable. Este tiempo nos ha hecho valorar nuestra iglesia local, y de alguna manera, debe de servir para regresar con un corazón recargado de entusiasmo para servir a los demás.

Después de que Israel estuvo cautivo en Babilonia, el Señor despertó un avivamiento en su pueblo. El cautiverio había acabado con su ánimo, pero en Hageo 1:14 encontramos que Dios despertó el espíritu de Zorobabel, de Josué —el sumo sacerdote— y de todo el pueblo. ¡Aquellos que habían estado «dormidos» se llenaron de entusiasmo para servir en la reconstrucción del templo!

Jesús no solamente es digno de nuestro servicio, él merece que le sirvamos con todo nuestro corazón, toda  nuestra mente y todas nuestras fuerzas.

Atesora la comunión como no lo hacías antes

En una ocasión, antes de comenzar el ensayo de alabanza, reuní a todo el equipo para tener un tiempo de conversación y orar por las necesidades personales. Quedé completamente sorprendido al enterarme de luchas y pruebas por las que varios de ellos estaban pasando, y a pesar de verlos y ministrar junto con ellos más de una vez por semana, yo no estaba al tanto de ello. La comunión espiritual va mas allá del activismo ministerial. Podemos estar trabajado y sirviendo juntos, y al mismo tiempo tener poca profundidad en nuestra convivencia. Atesora la comunión como no lo hacías antes, antes de preocuparte por el desempeño de la gente, busca el bienestar espiritual de tus hermanos en la fe. «Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras» (Hebreos 10:24 RVR1960).

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