¿Cuántas veces no hemos pensado en la «fe» como una invitación a dar un salto ciego al vacío? ¿En cuántas ocasiones no has escuchado a personas decir: «Lo importante es creer, no importa entender las cosas»? Por supuesto, estoy consciente de que muchas veces debemos aferraremos a nuestras convicciones, aunque no tengamos todas las respuestas, pero de manera general, Dios nos ha dado muchas razones firmes y convincentes sobre las cuales edificamos nuestra fe.
¿Es razonable creer en Dios?
Hay un dicho popular entre los cristianos que dice que se necesita más fe para creer que todo el universo evolucionó de una sola partícula, que para creer que en la intervención de un agente creativo que formó todas las cosas. Cuando pensamos en los detalles tan minuciosos y bellos de la naturaleza, en la formidable precisión de los organismos, en la inmensidad de las galaxias, en la complejidad de la mente humana y en las reflexiones metafísicas de la filosofía, la conclusión más razonable es pensar que ¡tiene que haber alguien todopoderoso detrás de todo esto!
Como dijo el pastor Sam Storms: «La fe no es creer en tu corazón lo que tu mente te dice que no es verdad, no es poner tu confianza en algo o alguien de quien no sabes nada, no es lo opuesto al conocimiento, no es la antítesis del esfuerzo científico, no es superstición, no es una ilusión, no es un arma a través de la cual conseguimos que Dios haga cosas por nosotros que de otro modo no haría».[1]
Buenas razones para tener fe
Hebreos 11:1 (NVI) dice que «…la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve». Si la fe es garantía, se debe a que tenemos muy buenas bases que justifican dicha certeza. Si pensamos en el pueblo de Israel, ellos pudieron apreciar la mano poderosa de Dios a través de grandes prodigios; si pensamos en los discípulos, vieron a Jesús sanar enfermos y echar fuera demonios, y si pensamos en nosotros, tenemos su Palabra, la palabra profética más segura, una palabra viva y poderosa, veraz, efectiva y precisa que desde todos sus ángulos nos demuestra que Jesús es real, que está vivo y recompensa a todos los que se acercan a él de todo corazón.
¿Pero qué hay de Tomás?
Uno de los doce discípulos de Jesús, llamado Tomás, al que apodaban el Gemelo, se hizo famoso por dudar cuando el resto de los discípulos le dijeron que habían visto a Jesús resucitado, a lo que él respondió: «Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré» (Juan 20:25, NVI). Posteriormente Jesús se le apareció y le dijo: «Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen» (Juan 20:29, NVI). ¿No es esta una invitación de Jesús a confiar sin fundamento? ¡Para nada! Antes de morir, Jesús preparó a sus discípulos, les anunció las cosas que sucederían, y si alguien demostró que su palabra era confiable, ese era Jesús.
La sociedad busca ejercer todos los días una presión para hacerte pensar que creer en Cristo es tonto y carente de razón. No dejes que esta fuerza influencie y manipule tu mente. Nuestra fe es una fe razonable, ¡tenemos muchos buenos motivos por los cuales tener fe! ¿Qué ha hecho Dios en tu vida? Nadie puede hacernos dudar de lo que nuestra misma alma ha experimentado. ¿Cómo dudar de la fuente si hemos bebido su agua? ¿Cómo no creer en él si hemos escuchado sus palabras? «Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios» (Salmos 103:2, NVI).
[1] Storms, Samuel C. What Is Faith? Hebrews 1:1-7. Enjoying God Ministries. Web. https://www.samstorms.org/all-articles/post/what-is-faith–hebrews-111-7
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