El «esplendor» se define como el máximo nivel de perfección, intensidad o grandeza. Es aquella palabra para describir lo espléndido o aquello que se destaca de lo demás, es la intensa luz que irradia algo que no puede pasar inadvertido. Esta característica, por ejemplo, se le atribuye al so, que «brilla en esplendor», sin embargo, aun el mismo sol se vuelve insignificante cuando se habla del esplendor de Jesucristo, aquél que manifiesta en toda su excelencia la definición del mismo término.
Nuestro privilegio
Cuando su rostro ilumina nuestros corazones, su «esplendor» nos cautiva para ir en pos de él todos los días de nuestra vida. No hay nada creado que se destaque más que aquel que creó los cielos y la tierra; esto lo expresa el Salmo 148:13: «Alaben el nombre del Señor, porque solo su nombre es excelso; su esplendor está por encima de la tierra y de los cielos» (NVI). En Apocalipsis, Juan tuvo el privilegio de contemplar la gloria de Cristo, y sus palabras lo describen de la siguiente manera: «…Su rostro era como el sol cuando brilla en todo su esplendor» (Apocalipsis 1:16, NVI).
Este fue el deseo y la petición de Moisés: «—Déjame verte en todo tu esplendor —…» (Éxodo 33:18, NVI). Hoy nosotros estamos en una posición muchísimo más privilegiada. El Espíritu Santo mora en la vida de los creyentes y nos revela al Hijo; tenemos también su gloriosa Palabra mediante la cual podemos contemplar el «esplendor» de la gloria de Dios. ¿Anhela tu alma ser iluminado por la «luz inaccesible»?
Majo y Dan han escrito precisamente una maravillosa canción titulada «Esplendor». Te recomiendo particularmente escuchar la versión acústica grabada desde la sierra de Arteaga, Coahuila, México. A través de su letra describen acertadamente la experiencia del corazón redimido con el esplendor de Cristo, nuestro Salvador.
Vemos su esplendor a través de la bondad inmerecida que nos ha mostrado a los que creemos: «De las tinieblas, de la oscuridad, la luz de su gracia nos llegó a salvar», proclaman Majo y Dan en el verso inicial. Jesús es la luz que todo ilumina y hace huir a las tinieblas, dándonos victoria sobre el pecado y disipando toda duda y temor. Así resuena el coro de la canción: «Y resplandecerá como luz de la mañana, todo nuevo hará, lo que un día comenzó. Todo miedo y temor disipado ante la gloria de su esplendor».
Hoy y en la eternidad
Hoy, por medio de la revelación del Espíritu, podemos contemplar el resplandor de la gloria de Dios, pero tenemos la promesa y la esperanza de que un día nuestros propios ojos contemplarán esa luz indescriptible, cuando de las nubes Jesús venga por segunda vez. «¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra. ¡Así será! Amén. “Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”» (Apocalipsis 1:7-8, NVI).
Ven, Jesús. Anhelamos ver tu gloria y tu esplendor.
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