En la entrada anterior, definimos lo que significa el avivamiento a la luz de la Biblia. Ahora nos enfocaremos en explicar porqué es tan importante y hablaremos acerca de tres maneras prácticas para buscarlo intencionalmente.
El avivamiento es importante porque no fuimos llamados a vivir cualquier tipo de vida, ¡fuimos llamados a vivir una vida abundante! Por medio de su sacrificio, Cristo no ofrece una libertad limitada; claro, seguimos en una lucha constante en contra de la carne, pero los alcances de su sacrificio van muchísimo más allá de las limitaciones ocasionadas por la batalla contra el pecado. Ahora, el Espíritu Santo mora en nosotros, habilitándonos para vivir una relación ferviente con el Creador, para seguir su camino en obediencia y para experimentar en el tiempo presente el mismo poder que levantó a Jesús de la muerte.
Esto podemos verlo en la oración de Pablo por la iglesia de Éfeso:
«Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales» (Efesios 1:18-20, NVI).
Ahora que entendemos la importancia y nuestra necesidad de avivamiento, nos preguntamos: ¿Hay algo que podemos hacer para propiciar el despertar espiritual? El pastor Sam Storms define el avivamiento como «una obra soberana, sorprendente y repentina», pero al mismo tiempo coincide que esto no significa que no hay nada que podamos hacer por nuestra parte. Así como la salvación depende del Señor y nos permite ser parte mediante el evangelismo y la oración, hay algunas cosas prácticas que Dios nos permite poner por obra en nuestra búsqueda de avivamiento.
- Acércate en arrepentimiento y humildad
¡Uno de los más grandes enemigos del avivamiento es el orgullo! Dios ve con agrado un corazón que se humilla, que reconoce que se ha apartado de él y desea destruir todos los ídolos que han cautivado su corazón. «El Señor es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos» (Salmos 138:6, NVI).
Debemos reconocer que el problema de la apatía espiritual no radica en una negligencia divina, sino en nuestro propio pecado, al descuidar nuestra relación con Dios y desviar nuestra mirada de él. Gracias a Dios que tenemos en él a un Padre paciente y misericordioso, ¡dispuesto a colmarnos de bendiciones a pesar de que le hemos fallado!
- Persiste en oración
«Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!». (Lucas 11:13, NVI)
La oración es precisamente una de las mayores manifestaciones de la humildad, porque es el reflejo de la dependencia de Dios y la expresión del anhelo del corazón que desea más de él. Dios ha dispuesto hacer cambios y responder peticiones mediante la búsqueda en oración. Es sumamente agradable para el Señor cuando sus hijos se acercan y expresan su necesidad, su corazón vulnerable y sus deseos, porque eso quiere decir que han entendido que por medio de Cristo podemos acercarnos «…confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos». (Hebreos 4:16 NVI)
- Busca su rostro
El avivamiento no sucede cuando el Señor nos concede bendiciones terrenales (que pueden ser parte de ello), pero la bendición que desata el despertar del corazón del hombre es… sí, es ¡él mismo! El avivamiento sucede cuando el corazón de su pueblo es liberado de las distracciones y los placeres efímeros para ser profundamente invadidos por hambre y sed de Dios mismo.
El rey David escribe un precioso salmo en el cual expresa su deseo por contemplar la hermosura de Dios y deleitarse en él. Él prosigue con las siguientes palabras: «Cuando dijiste: “Busquen Mi rostro”, mi corazón te respondió: “Tu rostro, Señor, buscaré”» (Salmos 27:8, NBLA).
Por último, veamos esta promesa de Dios que reúne los tres elementos previamente mencionados: «pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra». (2 Crónicas 7:14, NTV).
Amado lector, ¡es el tiempo de un despertar! Confía en la bondad y la misericordia de Dios, búscalo de todo corazón, que los mejores días aún están por delante.
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