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Consejos prácticos para hacer más efectiva tu vida de oración – Parte 1

En Romanos 12:11, el apóstol Pablo enseña algo sumamente: «Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu» (NVI). La palabra «ferviente» se utiliza para denotar entusiasmo y pasión. Cuando hacemos las cosas de esta manera entonces solemos ser más efectivos. Basta con observar a las personas en su trabajo; ¡no hay anda más improductivo que empleados carentes de entusiasmo! Por eso, los departamentos de recursos humanos en los grandes corporativos invierten una gran cantidad de recursos en incentivos y en crear el ambiente propicio para sus empleados. Si ellos están felices, entonces serán productivos y a la empresa le irá bien.

Volviendo a la enseñanza de Pablo, observa cómo para ser diligentes no basta con solo hacer las cosas, es importante que «el fervor que da el Espíritu» esté de por medio. Una persona entusiasta estará buscando nuevas formas de crecer, mejorar y ser más efectivo en lo que hace. Como cristianos, si pienso en un área en la que de manera general solemos ser ineficientes, es en la oración. Es bueno que apliquemos esa diligencia de la que habla el apóstol Pablo y nos propongamos hacer más efectivos en nuestros tiempos de oración. En ésta y la próxima entrada quiero compartir algunos consejos prácticos que te ayudarán a crecer en entusiasmo y hacer más disfrutables tus tiempos de intimidad con Dios.

Crea el ambiente propicio

Prepara previamente el lugar donde vas a buscar a Dios y los detalles que necesitas para no distraerte. En mi experiencia personal, pocas cosas sofocan más mi entusiasmo que la desorganización. Me ha pasado que, si el lugar en donde voy a orar no está limpio u organizado, pierdo la concentración y la motivación de tener un tiempo que pueda disfrutar con el Señor.

Velo de esta manera: Dos parejas van a celebrar su aniversario de bodas. La primera, un día antes del gran momento, prepara la mesa, saca la mejor vajilla, limpia muy bien el lugar, saca unas velas especiales, instala el reproductor de música, prepara la lista de canciones románticas que tocaron el día de su boda, se asegura dejar todos los pendientes en orden en su trabajo para no estar en casa pensando en ellos, la esposa prepara una deliciosa cena, el esposo compra unas hermosas flores y a pesar de que celebrarán en casa, ambos se perfuman y eligen atuendos cómodos pero dignos de la ocasión. A diferencia de la primer pareja, la segunda no preparó nada anticipadamente. Hay un montón de platos sucios en el fregadero, terminan pidiendo comida rápida para cenar, los celulares no paran de sonar y visten la misma ropa deportiva que utilizaron un día anterior. ¿Qué pareja habrá disfrutado más el momento? Desde luego que la primera. Lo mismo sucede con nuestra cita con el Señor.

La preparación previa hace por completo la diferencia. Si vas a orar por la mañana, es muy bueno que alistes todo desde la noche anterior para que no pierdas tiempo preparando las cosas y te rinda el tiempo. Puedes dejar lista la ropa que vas a usar, si tomas café, tener listos los elementos para prepararlo rápidamente, o cualquier otra cosa que necesites. Lo importante es tener listo todo lo que sabes que te puede llegar a distraer en el momento de la oración.

La preparación previa habla del interés y el valor que tenemos en la otra persona con la que vamos a convivir. ¿Qué tan importante es Dios para ti? Esto debe marcar la pauta en el empeño que ejercemos para crear el ambiente más propicio para nuestras conversaciones con el Señor.

¿Por qué es tan importante crear el ambiente propicio? Puedes aplicar otras ideas y métodos extraordinarios, pero un ambiente deficiente puede estropearlo todo por completo. Quédate pendiente del próximo artículo, donde compartiré más consejos prácticos para hacer más efectiva tu vida de oración.

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