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Es tiempo

¿Alguna vez has dejado algún trabajo inconcluso? Sé que hay quienes lo hacemos habitualmente. Tristemente, a veces incluso para cosas importantes. Hace algunos meses decidí pintar la sala de mi casa. Las paredes tenían algunas manchas que se habían ido acumulando con el tiempo. Pinté todos los lados, excepto el último. Había un mueble estorbando y en vez de quitarlo decidí dejar esa tarea para después. 

Pasaron dos meses y cada vez que entraba a mi casa podía ver la diferencia de color entre esa pared y las demás. Muchas veces me dije: «Hay que pintarla, pero aún no es tiempo». Me decía cosas como: «Tengo muchos quehaceres hoy», o «Ya es muy tarde para ello». Siempre algo surgía que me detenía.

Una casa abandonada

En una ocasión, el pueblo de Dios le contestó a él de la misma manera acerca de su casa: Aún no es tiempo. Los israelitas habían vuelto del cautiverio y habían comenzado a reconstruir sus casas. Sin embargo, el templo de Dios seguía en ruinas.

«Así dice el Señor Todopoderoso: “Este pueblo alega que todavía no es el momento apropiado para ir a reconstruir la casa del Señor”» (Hageo 1:2, NVI). Dios les dijo que aunque trabajaban mucho y se esforzaban, no recibían y no se sentían satisfechos porque no estaban poniendo sus prioridades en el lugar correcto.

El Señor los exhortó a reconstruir el templo. Les hizo saber que es tiempo de levantarse y actuar. Así, en medio de ese esfuerzo hacia las cosas del Señor, él puede agradarse de ello y manifestarse en su vida. Solo hay que obedecerlo.

Una exhortación

Dios tiene misericordia de nosotros en estos procesos. Durante ese tiempo en la historia de Israel, envió al profeta Hageo a mover el corazón del sumo sacerdote y del pueblo para obedecer a Dios. Y los exhortó haciéndoles saber que estaba con ellos. Así que el pueblo se levantó a construir la casa del Señor.

Muchas veces, cuando nos encontramos en tiempos inciertos o en temporadas de cambio, nos es más fácil pensar que después tendremos tiempo para las cosas de Dios. Que primero tenemos que adaptarnos a lo que estamos viviendo o que tenemos que dejar pasar el tiempo para sanar alguna cosa. Sin embargo, el pueblo de Israel seguía diciendo eso mientras ya vivían en casas muy adornadas y cómodas. No habían continuado su camino para comenzar a trabajar para Dios. Él en su gracia los exhortó para que pudieran hacer su trabajo y hallar esa plenitud que les faltaba. Lo mismo quiere hacer por nosotros hoy.

¿Qué proyecto empezado necesitas terminar para Dios el día de hoy? ¿En qué cosas te has rendido a medio camino por ser muy difíciles, por tener temor o por creer que no es el momento? Si te ha faltado tiempo o energía, si te has sentido desanimado o si crees que aún no es el momento, el Señor el día de hoy te llama a caminar con él y a terminar su obra. Él va contigo.

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