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Cuando la presencia de Dios se manifiesta

Dios está en todas partes y no hay espacio en este planeta que él no pueda alcanzar. En vano la gente «se oculta» de él, porque Dios todo lo ve y todo lo sabe. Entonces, ¿qué significa buscar a Dios?, ¿por qué la Biblia nos exhorta a «acercarnos» a él?, ¿qué diferencia hay entre una persona sin el interés de buscarlo y alguien con el anhelo de conocerlo? Si bien la presencia de Dios está en cada espacio del universo, la manifestación de su presencia no está en cualquier parte, y sí, esto marca la diferencia por completo.

¿Está presente Dios en tu vida?

Ahora seamos más específicos, ¿está la presencia de Dios en tu vida? Todo creyente ha sido sellado por el Espíritu Santo al nacer de nuevo; en ese sentido, ¡sí!, su presencia está en tu vida a través del Espíritu Santo. Pero es interesante ver cómo Pablo exhorta a la iglesia de Tesalónica a que «no apaguen al Espíritu Santo» (1 Tesalonicenses 5:19, NTV). El Espíritu Santo «apagado» es lo opuesto a la manifestación de la presencia de Dios.

Pablo está consciente de que no recibimos al Espíritu Santo para portarlo como un adorno, por eso exhorta a que seamos «llenos del Espíritu Santo» (Efesios 5:18, NTV). Cuando la presencia de Dios se manifiesta en nuestra vida, otros perciben la obra de Dios en y a través de nosotros. Un cristiano lleno del Espíritu experimenta no solo los frutos, sino el poder de Dios a través de él. Sin caer en misticismo, estoy convencido de que la gente percibe y nota la diferencia cuando un siervo de la presencia de Dios se encuentra en un lugar. ¡Hasta los demonios se alteraban cuando Pedro, Pablo u otro discípulo lleno de la presencia de Dios pasaba cerca de ellos! Así como los creyentes de camino a Emaús se preguntaron: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lucas 24:32, NTV), cuando Jesús conversaba con ellos, cuando la presencia de su Espíritu es manifiesta en un cristiano, la gente debe preguntarse: «Noto algo en esa persona, ¿qué hay diferente en él?».

El pastor Miguel Núñez lo define de una manera muy precisa y acertada en su libro «Siervos para su gloria»:

«Cuando hablamos de «un siervo de su presencia», nos referimos al creyente que anhela vivir en la presencia de Dios y que está dispuesto a pagar el precio que sea necesario para que esta presencia no se aparte de él. Dios siempre está presente en cada pulgada del universo dada su omnipresencia, pero cuando hablamos de la presencia manifiesta de Dios nos referimos a su actividad expresada en nuevas conversaciones, arrepentimiento de hábitos pecaminosos de parte de creyentes, fortalecimiento de matrimonios, gozo en la vida de la iglesia y crecimiento a la imagen de Cristo de una forma evidente».[1] 

El anhelo de Moisés por la presencia de Dios

El primer paso para experimentar su presencia es tener un anhelo como el de Moisés. Éxodo 33:14 nos muestra que él no estaba dispuesto a avanzar al «paraíso» si la presencia de Dios no los acompañaba: «Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí» (Éxodo 33:15, RVR1960). Su presencia se manifiesta en aquellos que anhelan a Dios más que cualquier otra cosa en este mundo; esto los llevará a pagar cualquier precio que sea necesario, con tal de verlo obrar en su vida y con tal de experimentar una vitalizada relación con él.

¿Qué tan dispuestos estamos a abandonar aquellas cosas —incluso las lícitas— que nos distraen de la búsqueda de Dios? ¿Qué tanto anhelamos que su obra y su mover sean palpables en nuestra vida? Sé un siervo de su presencia, no te conformes con menos, ¡hay más en el Señor! Cuando la presencia de Dios se manifiesta, todo cambia por completo.

[1] Núñez, Miguel. Siervos para su gloria: Antes de hacer tienes que ser. B&H Publishing. Nashville, TN. 2018. Pg. 73.

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