¿Cómo luce una iglesia llena del Espíritu Santo? Seguramente las primeras respuestas que surgen en tu mente son la manifestación de milagros y sanidades, y esto sin duda es correcto, pero hay algo más que sucede cuando una comunidad de creyentes experimenta la llenura del Espíritu que me gustaría resaltar el día de hoy.
El llamado a ser llenos del Espíritu
Antes de desarrollar la respuesta, es importante aclarar que si bien todos los creyentes han sido sellados con el Espíritu Santo en el momento de la salvación, la Biblia nos exhorta a buscar la llenura del Espíritu Santo. «No se emborrachen con vino, porque eso les arruinará la vida. En cambio, sean llenos del Espíritu Santo» (Efesios 5:18, NTV). Pablo exhorta a los creyentes de Éfeso a ser llenos del Espíritu Santo. Esto se logra a través de pedir con un corazón que anhela genuinamente tener más de Dios y siguiendo la voluntad de Dios revelada en su Palabra.
En Efesios 4:23, Pablo: «dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes» (NTV), y en Romanos 8:5 dice que: «los que son controlados por el Espíritu Santo piensan en las cosas que agradan al Espíritu» (NTV). Hay una clara instrucción aquí: ¡que sea el Espíritu y no la carne lo que controle nuestras acciones y pensamientos!
El fruto de la llenura del Espíritu Santo
Ahora sí, volviendo a la pregunta inicial, muchas buenas cosas suceden Cuando una iglesia está llena del Espíritu Santo: su adoración es vitalizada, los miembros comparten el evangelio con denuedo, experimentan la manifestación de los dones y del fruto del Espíritu, viven en constante gozo y, ¡mucho más! Pero hay algo en particular que no podemos pasar por alto: ¡nace una comunidad con una unidad y un amor extravagantes!
Mientras que el impulso de la carne es hacia el egoísmo e individualismo, el Espíritu nos lleva a formar una comunidad y darnos a los demás. En el libro de Hechos, capítulo 2, se narra la llegada del Espíritu Santo, dando a luz lo que hoy conocemos como la iglesia. Inmediatamente, los creyentes redimidos por la sangre de Jesús formaron una comunidad con una dinámica muy particular: «Todos los creyentes se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión fraternal, a participar juntos en las comidas (entre ellas la Cena del Señor), y a la oración» (Hechos 2:42, NTV).
Unidad en la Palabra
La Palabra dice que «se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles». Cuando una iglesia está llena del Espíritu, se abandonan las ideas personales y se abraza con fuerza la doctrina de la Palabra. Una iglesia avivada por el Espíritu estudia y crece en unidad de acuerdo con las enseñanzas basadas en la Biblia. ¿Cómo recibes el mensaje que escuchas el domingo? ¿Lo comentas con alguien más? ¿Aclaras tus dudas con la comunidad de fe? El perseverar en la doctrina implica involucrar a nuestros hermanos en Cristo en nuestro proceso de crecimiento y madurez espiritual.
Perseverar en comunión fraternal
Algo sumamente interesante es que no solo se reunían para estudiar la Palabra y orar, ¡también compartían los alimentos juntos! Es en momentos como esos cuando podemos conocer más a nuestros hermanos en la fe. En las conversaciones de sobremesa crece la confianza de manera especial y podemos estar al tanto de las necesidades específicas de nuestros hermanos. No permitas que el domingo sea el único día en el que veas a tus hermanos en Cristo. Busquen momentos de esparcimiento y convivencia que les permita servirse los unos a los otros en amor.
¿Cómo podemos crecer conforme a la actitud de la iglesia de Hechos? Buscando la llenura del Espíritu Santo y guardándonos del peligroso individualismo. Ama, sirve y procura a tu iglesia local.
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