Una noche particular, en el mar de Galilea, donde tranquilamente los pescadores acostumbraban a trabajar, las aguas fueron inusualmente alteradas. De pronto se desató una tormenta embravecida que sacudía el diminuto y frágil bote en el cual se encontraban Jesús sus discípulos. Temiendo por sus vidas, ellos despertaron a aquel pasajero que dormía, quien con autoridad reprendió al viento y al mar, y transformó la tormenta en un silencio pacífico. «Los discípulos estaban completamente aterrados. «¿Quién es este hombre? —se preguntaban unos a otros—. ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!» (Marcos 4:41, NTV).
En otra ocasión, este mismo individuo se encontró con un paralítico que habían traído delante de él, y lleno de compasión, no solo procedió a sanar su cuerpo sino también a perdonar sus pecados, «entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?» (Lucas 5:21, RVR1960).
Fama creciente
La fama de este hombre se esparcía por toda la tierra y su noticia llegó hasta el palacio del mismo rey Herodes, quien quedó visiblemente desconcertado: «Decapité a Juan —decía Herodes—, así que, ¿quién es este hombre de quien oigo tantas historias?» (Lucas 9:9, NTV). Cuando entró montado en un burro a la ciudad de Jerusalén (en el que conocemos como Domingo de Ramos), la reacción de la gente no fue diferente: «Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?» (Mateo 21:10, RVR1960).
La naturaleza de los eventos fue totalmente distinta, pero una y otra vez la pregunta fue la misma: ¿quién es este hombre?
Esta reflexión es tan crucial porque la respuestas varían significativamente una de la otra entre varias personas o grupos. Para los musulmanes, Jesús es solo un profeta como lo fue Moisés o Isaías. Para los Testigos de Jehová, él es el arcángel Miguel, quien al nacer de María, pierde su propiedad angelical, resultando en un simple mortal. Para algunos, es un rebelde, un revolucionario, un activista con ideas subversivas. Para otros, un buen hombre que habla de amor y paz, un gran ejemplo, un gran maestro o un pacifista.
¿Quién es él?
No hay pregunta tan profunda, fundamental o eternamente significativa como la que tantos han hecho antes: «¿Quién es este hombre, Jesús de Nazaret?» El Dr. Sam Storms comenta: «de la respuesta a esa pregunta quedan suspendidos todos los asuntos de la vida y la muerte, el bien y el mal, la verdad y la falsedad, el cielo y el infierno».
Nuestra respuesta hacia esta pregunta determina nuestro destino eterno. No hay mejor inversión en esta vida que el escudriñar las Escrituras con esmero para encontrar en ellas la única respuesta precisa, y así, librarnos de las malas representaciones que han permeado la época en la que vivimos.
Una de las mejores respuestas a esta pregunta la encontramos en la carta de Pablo a los Colosenses:
«Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya existía antes de que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la creación porque, por medio de él, Dios creó todo lo que existe… Todo fue creado por medio de él y para él. Él ya existía antes de todas las cosas y mantiene unida toda la creación. Cristo también es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo. Él es el principio, supremo sobre todos los que se levantan de los muertos. Así que él es el primero en todo». (Colosenses 1:15-18 NTV)
Él es aquel que nos ha dado a conocer al Padre, él es el Creador y el que sostiene todo lo creado, él es la cabeza que provee y sustenta a su iglesia, él es el primero que resucitó para que un día los que creemos en él resucitemos también. Él es Jesús, supremo sobre todas las cosas y digno de toda nuestra entrega y devoción. ¿Quién es él para ti?
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