¿Alguna vez te has encontrado en alguna conversación en la que te hayan hecho alguna pregunta importante acerca de Dios y de la Biblia que simplemente no supiste contestar? Este tipo de diálogos han llevado a muchas personas a experimentar una crisis de fe, inclusive a abandonar el evangelio por completo. Pecaríamos de orgullo y mentira si creyésemos que sabremos todas las respuestas acerca de Dios. También sabemos que las personas se apartan por diversas razones más allá de una simple conversación, sin embargo, la Palabra nos instruye a prepararnos para presentar defensa de nuestra fe: «…Si alguien les pregunta acerca de la esperanza que tienen como creyentes, estén siempre preparados para dar una explicación» (1 Pedro 3:15 NTV).
Aquí es donde la apologética entra en juego. El término viene de la palabra griega apología que quiere decir «defensa». En un sentido, podemos definirla como la defensa que presentamos con nuestras palabras cuando el cristianismo es cuestionado o atacado. Y en otro sentido, es cuando exponemos las razones por las cuales una persona debe creer en Dios y en su Palabra.
Un paso hacia una visión coherente del mundo
Una de las principales aportaciones de la apologética es el ayudarnos a entender que la fe no está peleada con la razón. El Dr. Timothy Paul Jones comenta que «la fe cristiana no es un salto ciego a la oscuridad, si no un paso hacia una visión del mundo coherente y cohesionada que da sentido al mismo, está respaldada por razones y un testimonio confiable».
Si bien reconocemos que el poder para transformar el corazón de una persona no se encuentra en la calidad de nuestros argumentos sino en el evangelio mismo, el Espíritu Santo puede usar nuestras conversaciones, ya que nuestro objetivo siempre es apuntar a Jesús y la esperanza de salvación que hay en él.
Con humildad y respeto
Muchas personas cometen el error de enfrascarse en una calurosa discusión en la que se muestran a la otra persona como su adversario. Debemos de evitar esto a toda costa; queremos que las personas participen al nivel de las ideas, que puedan exponer con confianza sus creencias para poder guiarlos a la verdad del evangelio. Es por eso que el apóstol Pedro nos instruye a lo siguiente: «pero háganlo con humildad y respeto. Mantengan siempre limpia la conciencia. Entonces, si la gente habla en contra de ustedes será avergonzada al ver la vida recta que llevan porque pertenecen a Cristo» (1 Pedro 3:16 NTV).
Recientemente, Ravi Zacharias —uno de los apologetas más importantes de la era moderna— partió con el Señor, dejándonos un poderoso legado de cómo presentar el evangelio con amor y valentía. Él dijo lo siguiente: «Conviértete en un constructor de la paz, un constructor de puentes, no un destructor, y la forma en que lo haces es a través de amistades y relaciones, y a través de un carácter auténtico».
Que el fin de todas nuestras conversaciones sea llevar a las personas a Jesucristo.
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