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Buscar la obediencia

 

¿Debo estudiar algo que me apasione, o estudiar algo que me genere muchos ingresos? Creo que es la gran pregunta de que muchos se plantean. Muchas personas, no solamente en la iglesia, sino fuera de ella, tienen esa interrogante.

Para responderla, todo parte de encontrar cuál es nuestro verdadero propósito y para qué hemos sido creados, y para algunos eso se torna difícil. Hay gente que asiste a las reuniones de su iglesia, grupos en casa…  y luego se pregunta cuál es el propósito de Dios, porque escucha reiteradamente desde una plataforma que el pastor o quien esté compartiendo dice: «Dios tiene un plan, Dios tiene un propósito», pero en su mente se pregunta cuál es.

Yo creo que comprenderlo es sencillo, no es muy complicado: Dios no nos ha mandado secretos místicos o enigmas que resolver; él nos ha equipado según el propósito que cada uno de nosotros tenga. Nos equipa con dones, cualidades, características y eso es lo que llevamos cada uno. Por eso, cuando encontramos nuestro verdadero llamado, caemos en la cuenta: «¡Oye, por eso yo tengo este don, por esa razón tengo tal cualidad!».

Sentados en el lugar correcto

Pondré el siguiente ejemplo para hacerlo más claro: Hay personas que van a una reunión o un evento cristiano, ven algún detalle de esa reunión y dicen algo como: «Creo que yo podría hacerlo mejor», «Creo que esta comida no estuvo muy buena» o «El sonido no estuvo muy bien, yo lo haría de esta manera… yo podría sumarle esto…», y se dan cuenta que hay cosas que quisieran cambiar. Cuando encuentres algo que quieras cambiar, sería tiempo de preguntarte si por ahí va tu propósito o tu llamado de querer hacer mejor las cosas. El Salmo 1:1-3  es un gran indicador que nos deja un mensaje importante:

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.

Dice que esa prosperidad es producto o resultado de que estuvo sentado en el lugar correcto. Nuevamente: ¿Qué estudio, algo que me apasione o algo que me dé mayor ingreso? No podemos separar las cosas, una es consecuencia de la otra. Además, si las separamos, corremos el riesgo de sacrificar el propósito por la comodidad. La prosperidad que Dios dará va a venir si estas sentado —ubicado— en el lugar correcto. Si estás haciendo las cosas que el Señor que te mandó hacer —cosas que están dentro del propósito que Dios diseñó para ti— y si sigues la dirección que él te ha dado, la prosperidad va a venir como añadidura a estar en el lugar correcto. También tendríamos que comprender que esta prosperidad comienza con el estado de nuestro corazón y no se circunscribe exclusivamente a los aspectos económicos.

En lo que en realidad debemos enfocarnos es en detectar esa dirección de Dios a nuestra vida y en aprender a escuchar su voz, a sentarnos en el lugar correcto y a buscar primeramente el Reino de Dios, como dice su Palabra, y todo lo demás va a ser añadido. Es decir, tenemos que buscar la obediencia.

Si encontramos el propósito de Dios para nuestra vida, no deberíamos preocuparnos porque Dios irá supliendo todas las necesidades que tengamos, y proveera todos los recursos necesarios para que podamos cumplir su propósito.

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