Primary Navigation

No seas tú mismo.

Durante toda esta generación ha existido una gran variedad de mensajes e ideas filosóficas que han dirigido nuestro pensamiento a través de las películas que vemos, de los libros que leemos y de todos los acercamientos culturales que tenemos con los medios. Uno de estos mensajes es «Sé tú mismo». Vemos hoy en día un sinfín de opciones en cuanto a preferencias, y cuando nos gusta algo diferente, que no es la norma, se nos exhorta a presumirlo como una de nuestras mejores características, que nos convierte en seres únicos.

Hace poco en un libro que estaba leyendo, encontré el argumento de cómo parte de lo que va a forjar mi felicidad será el qué tan abierto pueda ser acerca de mis preferencias y qué tan yo mismo pueda ser ante la sociedad que me rodea, ya que el tener una identidad bien firme se relaciona con la libertad y la paz interior. Esta idea se me hacía sumamente interesante, ya que, ¿quién no quiere ser feliz? Sin embargo, me preguntaba qué diría la Biblia al respecto. ¿Es así como funciona el reino de Cristo? ¿Qué pasa cuando algunas de mis preferencias no están alineadas a lo que Dios dice que soy? Muchas preguntas surgieron a partir de esta idea.

¿En qué consiste mi salvación?

Nuestra identidad como seguidores de Cristo está centrada en la salvación que él nos ha otorgado por medio de su sacrificio. Hace poco escuchaba una canción que me trajo luz respecto de qué tiene que ver mi personalidad y el ser yo mismo con mi identidad en Cristo. La canción decía la siguiente frase: «No por lo que yo sea, sino por lo que tú has hecho por mí. No por lo que yo he hecho, sino por quién eres tú». Esto me recordó que realmente no importa quién soy yo, lo que importa es quién es Cristo y lo que él ha hecho por mí. Eso es lo que me da identidad. Y es, además, donde me conviene que esté puesta mi identidad, pues si se basara en lo que soy, no siempre hay cosas buenas qué encontrar en lo que hago o pienso.

¿Quién eres?

A veces gastamos mucho tiempo preguntándonos quiénes somos y nos respondemos a nosotros mismos con argumentos acerca de nuestra profesión, de aquello en lo que somos buenos, de nuestro papel dentro de la familia, etc., pero cuando Pablo se encuentra con Jesús en el libro de Hechos, ya no considera relevante quién es él mismo ni la autoridad que tiene, sino que le hace esta pregunta a Jesús: «¿Quién eres?». Eso es lo que es importante considerar: si sabemos quién es Jesús, entonces encontraremos nuestra identidad. Y una vez sabiendo quién es él, podemos hacerle la siguiente pregunta que Pablo le hizo al encontrarse con él: «¿Qué quieres que yo haga?» (Hechos 9:3-6). Así, podremos comenzar a vivir como hijos suyos, trabajando para su reino, teniendo dentro de éste satisfacción en lo que somos.

Nuevas criaturas

Tomando en cuenta todas estas cosas que la Palabra establece para nosotros, sólo hay una manera en que podremos ser felices con la libertad de ser nosotros mismos ante los demás. Dice la Biblia, «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17). Al recibir la salvación de Cristo, él nos ha comprado por un precio muy alto que es su vida, y nos ha hecho creaturas nuevas; la Biblia habla acerca de tantas cosas que eso conlleva. Somos coherederos de su reino, hechos a su imagen, amados por él. No somos las mismas personas que éramos antes de conocerlo. Aquí es donde está nuestra identidad y nuestra libertad, y si ésta es la bandera que ondeamos cuando el mundo nos pida ser nosotros mismos, entonces sí tenemos posibilidades de ser felices a pesar de lo que venga en el camino.

Comentarios en Facebook


Publicidad
Blogs recientes

Las cosas que son para siempre

La ansiedad y el corazón de Jesús

Café, cartas y Jesús

Una palabra para los que esperan

Usa tus ojos espirituales

Una fe audaz

¿Qué voz escuchas?

El dilema del cansancio

Sigamos adelante

Transparente

Conéctate
Se el primero en conocer los nuevos posts.
Respetaremos tus datos
Comparte en tus redes