A nadie le gusta identificarse como el nuevo del lugar. Ser principiante significa que otros han recorrido por lo menos una parte del camino que estás pisando por primera vez y tienen la experiencia que tú necesitas. Sin embargo, también quiere decir que tu pasión está intacta porque no has tenido que luchar para no ser derribado por la pesadez del desánimo y el dolor del fracaso.
Este texto no pretende ser un manual de éxito para los nuevos adoradores que han decidido dedicar su vida a servir al Señor con su talento. Es una recopilación de experiencias aprendidas en el proceso de ver ministerios nacer y crecer, para hacer de la música un medio con el que las personas declaren el nombre de Jesús.
Aunque no tenemos la última palabra, estos consejos te mantendrán enfocado en esta carrera de largo aliento.
1. Llamado
Cuando los proyectos nacen y se sostienen de la voluntad del hombre, estos pueden alcanzar influencia pero difícilmente, trascendencia.
Si fue Dios quien te llamó a poner el mensaje de salvación en la boca de las personas usando canciones como instrumento, será Él mismo quien te sustente. Eso no significa que no habrá momentos difíciles. Sin embargo, a las dificultades no tienes por qué temerles, de hecho, las necesitas para que a través de ellas Dios purifique tus intenciones.
«Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse»(Santiago 1: 2-3 (NTV).
2. Sencillez.
Recibe el «sí» con gratitud y el «no» con humildad. Toca las puertas tantas veces como sea necesario. Estas no se abrirán a fuerza de orgullo y tampoco será suficiente con tu talento, por eso, valora las oportunidades que se te presentarán por pequeñas que parezcan.
Habrá personas que piensen que tu música es lo mejor que han escuchado en mucho tiempo, mientras que otros, te lo digan o no, creerán que es más de lo mismo. Presta atención a los primeros, pero sin convencerte de que el mundo te necesita para ser mejor. Escucha a los segundos para mejorar pero no dejes que te ahoguen con su crítica.
3. Contentamiento
Evita la comparación. Los éxitos y los fracasos dejarán una huella única que con el tiempo hará de tu trabajo un ministerio tan particular y único como Dios quiere que sea.
Presta atención a lo que dice Santiago 3:16: «“Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal», (RVC). Que venga la envidia es casi inevitable, pero cuando sientas que tu corazón está llenándose de ella recuerda quién te llamo y para qué. La comparación es una distracción que te hace perder tiempo y te desenfoca de lo importante. Aunque el pasto luzca más verde al otro lado de la cerca, esfuérzate por aprender todo lo que puedas de los que te rodean y permite que te inspiren y enseñen.
4. Excelencia
Atrae a las personas a Dios por la calidad de tu música, pero haz que permanezcan por la relevancia del mensaje. Lo que ellas declaren será hecho en su vida y tú tienes el privilegio de escoger esas palabras.
El trabajo y la dedicación siempre se verán en el producto final. Solo si estás bien preparado podrás disfrutar cualquier cosa que hagas. Piensa que cada oportunidad es única, no para demostrar que eres talentoso sino para reconocer que necesitas a Dios y así ser más que un artista con la habilidad de tocar un instrumento o una voz bonita.
5. Amistades
A medida que recibes reconocimiento, encontrarás personas que quieren compartir contigo su pasión por Dios y por la música, pero también habrá quienes te buscarán con intenciones egoístas. Aprende a escoger tus amigos y ten siempre un polo a tierra: esa persona que es capaz de decirte las cosas que no quieres escuchar y que no tiene miedo de perder tu amistad con tal de aconsejarte o dar su punto de vista respecto a algo que quizá no estás haciendo bien.
No dejes que tu corazón se contamine ni se aparte de Dios a causa de los malos deseos que descubrirás en aquellos que solo son leales a sí mismos. Ten claro que no tienes que demostrarle nada a nadie y que Dios es quien defiende tu causa.
6. Imagen
Muchos te dirán que para servirle a Dios solo necesitas talento, pero no olvides que reflejas en el exterior lo que hay por dentro. Preocúpate por ser excelente en tu arreglo personal. Los jóvenes de hoy tienen un número considerable de referentes o modelos que ellos quieren copiar, desde su manera de vestir hasta su forma de vivir.
Reconoce que lo que haces implica ser visto por muchos. No intentes ser perfecto, solo sé genuino y deja que las personas conozcan la mejor versión de ti mismo. Preocúpate por desarrollar tu intelecto y tus dones pero también por reflejar la imagen de Dios en todo lo que haces. Pídele a diario a él todo lo que necesitas y déjate asesorar por quienes saben más que tú en materia de arreglo personal y moda.
7. Carácter
Comprende desde ya que es imposible agradarles a todos, principalmente porque debes aprender a decir «no» y en consecuencia a manejar los desacuerdos con más de una persona. En cualquier campo, las relaciones son muy importantes, la música no es la excepción, sin embargo, piensa bien antes de establecer un compromiso para que tu sí sea sí y tu no sea no (Mateo 5:37).
Finalmente, recorre el camino con paciencia. Aprende a estar a solas con Dios aunque estés rodeado de gente, recuerda que si no tienes intimidad con Él difícilmente podrás transmitir algo más que tus emociones al público que se ha tomado el tiempo de escuchar tu música.
Pase lo que pase haz de la gratitud un estilo de vida y sobre todo, nunca dejes de confiar en el que te llamó a reivindicar la música como un regalo dado por él, y así todos realicemos el propósito para el que fuimos creados: Adorar el nombre de Jesucristo.
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