Todos hemos escuchado que la oración es muy importante. «Orar es a la vida cristiana como el respirar a la vida física. Así como nadie puede vivir sin respirar, así tampoco un creyente puede vivir sin orar», comentó el pastor Sugel Michelen. El famoso Charles Spurgeon, conocido como «el príncipe de la predicación», fue un hombre de oración y alguna vez declaró que «la oración nunca puede ser un exceso». También el Dr. Martyn Lloyd Jones, uno de los predicadores más influyentes del siglo veinte, enseñó lo siguiente: «Nunca es mayor el hombre que cuando se halla en comunión y contacto con Dios».
No cabe duda que si analizamos la vida de grandes hombres y mujeres de Dios a lo largo de la historia, todos, sin excepción, fueron personas de oración. Sin embargo, ¿cuáles son sus implicaciones? De manera específica, ¿por qué es tan importante orar?
La oración es parte de nuestra nueva naturaleza
Como verdaderos cristianos, es posible que estemos pasando por dificultades y hayamos descuidado nuestra vida de oración. Sin embargo, a la larga, el Espíritu Santo nos conducirá de nuevo a una ferviente comunión con Dios. La oración no es una faceta opcional de los creyentes, sino el resultado espontáneo de la nueva naturaleza en Cristo. Uno de los beneficios de la obra redentora de Cristo fue que nuestra relación con el Padre fue restaurada. La separación del pecado fue quitada de en medio, abriendo un camino vivo y nuevo hacia su presencia. Si la oración es uno de los distintivos del creyente, la falta de esta es marca de los incrédulos. El rey David describe a los que no conocen al Señor como personas que no le invocan: «¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal? Devoran a mi pueblo como si fuera pan y ni siquiera piensan en orar al Señor» (Salmos 14:4 NTV).
La oración también es importante porque Jesús da por sentado que vamos a orar. En el Sermón del Monte, él enseña acerca de la oración en contraste con la hipocresía de los fariseos, y de manera repetida declara: «Cuando ores…», esto sin mencionar que la oración es una de las enseñanzas centrales a lo largo de los evangelios y de toda la Biblia.
La oración nos ayuda a no caer en tentación
«Si no permanecemos en la oración, vamos a permanecer en la tentación», declaró John Owen —teólogo inglés del siglo diecisiete— haciendo alusión a la enseñanza que Jesús dio a tres de sus discípulos en Getsemaní. Cuando vivimos una vida de oración, el Espíritu Santo nos permite contemplar la realidad del ser más hermoso del universo. Esto es lo que expresa el rey David en el Salmo 27:4 NTV: «Lo único que le pido al Señor —lo que más anhelo— es vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, deleitándome en la perfección del Señor y meditando dentro de su templo». Cuando contemplamos la belleza del Señor, todas las tentaciones terrenales pierden su brillo. Encontramos satisfacción en él, al punto que ya no necesitamos buscarla en otro lugar, tal como lo dice el canto de la banda Un Corazón: «Él es el agua que al beber, nunca más tendremos sed, Jesucristo basta».
Porque la oración es el medio que Dios eligió para cambiar las cosas
Dios, en su soberanía, determinó que la oración fuese el medio en el que él cambiaría las cosas conforme a las peticiones de sus hijos. Vemos un ejemplo de esto en el libro de Éxodo, en el capítulo 32, cuando Moisés intercede por el pueblo de Israel e impide la destrucción de ellos.
La oración no solo cambia las circunstancias a nuestro alrededor, también nos cambia a nosotros. Cuando estamos en comunión con Dios, somos alineados a su voluntad y nuestro carácter es moldeado. «La oración es un medio de gracia que el Señor usa para moldearnos más y más a la imagen de Cristo» (Fred Greco, 2019).
Sin duda hay muchas más razones por las cuales es importante orar, pero ahora es tiempo de comprobarlo por nosotros mismos. ¡Busca al Señor con todo tu corazón y deléitate en su presencia!
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Me gustó mucho el blog.
Quisiera recibir más información. Gracias
Oración por la vida de mi suegro
Dios les bendiga