Todos podemos estar de acuerdo en que la crianza es una de las cosas más complejas en la vida. No importa si eres licenciado, maestro, ingeniero, psicólogo o hasta pastor, ¡la labor no será menos desafiante! Es complicada y retadora porque pocas cosas en la vida tienen tanto efecto en la vida, el carácter y el futuro de una persona como la influencia de los padres.
La motivación más significativa que quizás puedas recordar es aquella que recibiste de tus papás, pero al mismo tiempo, las heridas más profundas que te han marcado fueron aquellas ocasionadas por ellos mismos. Las heridas son proporcionales a qué tan importante es la otra persona en nuestra vida. No es lo mismo que te diga un desconocido: «No sirves para nada», a que te lo diga tu profesor, y no es lo mismo que te lo diga tu profesor a que te lo diga tu papá o tu mamá.
Dominar el arte
Si acudimos con una maestra o un profesor de clase, nos dirá que no se necesita mucha ciencia para darse cuenta que la mayoría de los problemas de conducta, identidad, comportamiento e inseguridades en los niños son provocados por padres ausentes, distantes o abusivos.
El mundo ha entendido la importancia de esto pero ha fracasado en dominar el arte de la paternidad. Las metodologías de crianza se han vuelto muy populares en nuestra generación. No digo que sean malas, pero definitivamente no son la solución. «¡Ayuda!», gritan desesperados los padres todos los días. «¡Ayuda!», gritan aún más fuerte en la pandemia. ¿Cuál es el método de crianza correcto? Aquellos que crecieron con padres autoritarios, tratando de evitar ese patrón, optan por la crianza relajada y permisiva, para descubrir de que resulta ser igual de dañina. Pasamos de un lado del extremo al otro, para darnos cuenta que estamos atrapados en un círculo vicioso.
Búsqueda correcta
Padres, ¿por qué buscamos en métodos? (que, repito, no son malos y seguramente tienen muchas cosas provechosas), ¿por qué buscamos en los métodos la esperanza que podemos encontrar en la Palabra?
Uno de los temas recurrentes en el Nuevo Testamento es la paternidad. Jesús vino a revelar a Dios como el Padre bueno, el Padre amoroso que nos cuida, nos protege y nos acompaña en nuestro proceso de madurez. Todo lo que anhelamos dar a nuestros hijos lo encontramos en Cristo Jesús y en su glorioso Padre celestial.
La crianza, al mismo tiempo, es una de las oportunidades más extraordinarias que tenemos en la vida para dar a conocer el evangelio a nuestros hijos. Habiendo visto qué tan significativa es la labor de los padres sobre los hijos, en la próxima entrada, veremos consejos prácticos para impulsarlos e impactarlos de manera positiva.
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