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Apuntemos a la cruz

«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2:20 RVR1960).

La vida centrada en la cruz es nuestra vocación como creyentes y al mismo tiempo una de las luchas más fuertes que enfrentaremos. Nuestra tendencia es correr a la dirección opuesta, vivir para nosotros mismos y para nuestros deleites. Somos propensos a hacer de la cruz un tema trivial y de poca importancia con relación a la forma en la que desarrollamos nuestra vida.

«Llévame a la cruz»

Si bien, esta es una lucha, no es una batalla perdida. Contamos con la ayuda del Espíritu Santo y de su Palabra que nos llevan de regreso a la cruz. La música también es una herramienta muy poderosa, y Dios ha levantado a personas que a través de sus letras proclaman la importancia de vivir una vida que apunte a la cruz. Desde el antiguo himno que dice: «En la cruz, en la cruz, do primero vi la luz, y las manchas de mi alma yo lavé. Fue allí por fe do vi a Jesús, y siempre feliz con él seré», hasta el reciente lanzamiento de CanZion, «Llévame a la cruz», de Majo y Dan, somos bendecidos con adoración que pone nuestra mirada en la perspectiva correcta.

Esta canción eleva una oración honesta que expresa el deseo de ser llevados de vuelta a la cruz cuando nos encontramos viviendo un cristianismo alejado de esta realidad: «Si mis oraciones hablan más de mí, quiero disculparme, pues se trata de ti. Si me he olvidado de lo que un día fui, vuelve a recordarme que nada soy sin ti. Ven y llévame a la cruz donde solo existes tú». Recuerda que Dios es un Dios de gracia, él nos perdona y nos conduce de nuevo a la vida que él ha destinado para nosotros desde antes de la fundación del mundo.

Quizás hoy hay otras cosas que tienen mayor peso en tu vida y has perdido el rumbo de lo que algún día fue la razón de tu palpitar, pero nunca es tarde para pedirle al Señor: «llévame a la cruz». La vida crucificada puede ser dolorosa en el presente, pero nos prepara para vivir una mejor eternidad.

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