Llevo diez años soltero. El plan A era casarme a los 25 años. Cuando cumpli 28 y me acercaba peligrosamente a los 30 tuve que recacalcular y tomar la ruta B. Ahora que he pasado los 31 años quiero darte algunos consejos a partir de lo que he aprendido en una década de soltería sobre cómo amar a los «emparejados», esos amigos que dejaron la soltería antes que nosotros y nos presionan para que la abandonemos cuanto antes.
- No tomes nada de lo que te digan como un insulto personal, tampoco caigas en el error de pensar que son ellos (los emparejados) contra nosotros (los solteros). Te diré porqué: ellos no quieren hacerte daño al presionarte para que entres a su club de felices por siempre, lo que ocurre es que creen rotúndamente en el producto que venden: el matrimonio. Esto resulta refrescante sobre todo en estos tiempos en los que abunda la falsa publicidad y el desprestigio al matrimonio. Si por el contrario, tienes amigos que buscan herirte con sus comentarios, lo mejor que puedes hacer, antes que ceder a sus presiones, es cambiar de amigos.
- Aunque estés seguro de que te aman, no siempre tienes que explicar la razones por las que sigues soltero. Hay cosas que son entre Dios y tú, y así deben quedar. Empezar a dar explicaciones de lo que Dios está haciendo en ti antes de unir tu vida a la de otra persona, como quien presenta el avance de un informe ejecutivo, no siempre es la mejor manera de responder.
Sin embargo, la pregunta «¿Por qué sigues soltero?» va a llegar. Entonces ríete de ti mismo antes de que otros lo hagan. Responde: «Soy demasiado pudoroso como para compartir el baño con otro ser humano», «Soy alérgico a perder el tiempo y no soporto la idea de acurrucarme los domingos a no hacer nada», «Estoy probando un nuevo tratamiento contra el sonambulismo, no quiero matar a mi pareja de un susto».
- No hay nada que haga sentir más orgullosa a una persona y despierte en ella ese firme sentido de propósito que hacer de cupido o matchmaker. Esto es porque siempre será recordado como quien tuvo el discernimiento, el olfato y hasta la fe, para creer que él y ella podrían unir sus vidas para siempre.
Por eso, prepárate para el desfile de candidatos o candidatas que los cupidos te presentarán esperando que uno de ellos sea «el elegido». Corre por tu cuenta saber qué es lo que quieres y decir «sí» o «no» a las citas a ciegas, tardes de juegos y viernes de integración que se inventarán para que puedas conocer al «prospecto» que tienen para ti.
- No tienes que dejar de asistir a las reuniones de cumpleaños de tus amigos sólo porque eres el único que va sin compañía. Sólo debes saber que los temas de los casados son diferentes a los de los solteros. Mientras ellos hablan del precio de los bienes raíces, los préstamos para vivienda y sus tasas de interés, las nuevas urbanizaciones que están construyendo en la ciudad y el impacto del IVA y la inflación en el valor de los alimentos, tú puedes estar interesado en conversar acerca de la maestría que quieres hacer y si será mejor hacerla dentro o fuera del país.
Escucha y aprende. No te sientas incómodo con sus temas de conversación, no eres un pez fuera del agua, aunque lo parezcas. Haz preguntas, interésate por saber cómo es su mundo aun en las cosas cotidianas. Por ejemplo, recientemente me enteré de que algunas parejas, cuando es necesario porque alguno de los dos lo olvidó, ¡comparten el cepillo de dientes!
- Ellos no descansarán hasta que seas parte de «la comunidad del anillo». Por eso no te extrañe que cualquier expresión de admiración por una persona soltera, del sexo opuesto, sea entendida como una señal de interés romántico. Eso pasará de manera habitual, pero no te mortifiques, para ellos cualquier persona es un candidato potencial y no podemos odiarlos por eso.
Finalmente: Dios no te dejará en vergüenza, él es el dueño de los tiempos. Aprovecha cada segundo como soltero porque, si tu deseo es casarte, y Dios lo sabe, si has buscado su voluntad y has aprendido que Dios puede transformar tu carácter y tener bajo control esas manías que te hacían una persona poco apta para convivir, tu soltería tiene los días contados, y por ese síndrome de desear lo que ya no tenemos, la vas a extrañar.
Así que si esto de la soltería es una prueba para ti, lee esto: «… cuando tengas que enfrentar cualquier tipo de problema, consideralo como una tiempo para alegrarte mucho, porque tú sabes que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que deja que crezca, pues una vez tu constancia se haya desarrollado plenamente, serás perfecto y completo y no te faltara nada», paráfrasis de Santiago 1:2-4 (NTV).
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