A todos nos ha pasado en alguna medida: sentimos que nuestra falta de carisma, dinero u oportunidades nos está haciendo perdernos de algo grande. Vemos la mejor parte de la vida de otros a diario en nuestras redes sociales y sentimos que algo estamos haciendo mal. Me ha pasado como mamá cuando estoy cansada de los llantos y desvelos y veo publicaciones de las madres más perfectas del mundo abrazando a sus hijos. Como profesional me ha sucedido cuando veo que otros están emprendiendo negocios exitosos y yo sigo en el mismo lugar. También al ver que me pierdo de fiestas, viajes y eventos por no tener el dinero o la habilidad social para ser invitada a todos lados.
¿Sabías que estos sentimientos son más normales de lo que parecen? De hecho, recientemente fueron denominados con las siglas FOMO (temor a estarse perdiendo de algo, en inglés Fear Of Missing Out). El FOMO es una ansiedad o miedo irracional a estarse perdiendo algo importante todo el tiempo por ver todo lo que está sucediendo en las redes sociales. Si no tenemos cuidado, ¡puede volverse en algo muy peligroso para nuestra mente y nuestro corazón!
Dentro del corazón de Dios
Hace poco tuve la oportunidad de aprender acerca de este tema, y mientras lo estudiaba, pensaba en cómo este temor tan común contraría mucho lo que nos enseña la Biblia. Cristo es lo mejor que me pudo haber pasado en la vida y su amor desmantela todo temor a estarme perdiendo de algo o estar fuera de algo importante, pues estoy dentro del suceso más grande que el mundo ha visto, la salvación de Dios. Por lo tanto, pensaba: Si estoy dentro del corazón de Dios, qué importa lo que las redes sociales digan de mí, no son las que tienen derecho a dictarme quien soy o lo que estoy haciendo bien o mal.
Justo en un momento de la historia donde aparentemente lo virtual vale más o es más importante que lo real, la Palabra de Dios nos dice: «Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él…En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor…» (1 Juan 4:16-18, NVI). Mejor que quien sube una selfie en el estadio o en la playa, mejor que quien sale a cenar cada semana, mejor que cualquier cosa que este mundo pueda ofrecer, es el amor que Cristo tiene por mí. Y no solo es un amor mejor, sino que es uno que me va perfeccionando conforme a sí mismo, y en el que no tengo que temer o competir todo el tiempo. Es un amor que ofrece descanso a cada momento.
Por lo tanto, la siguiente vez que tomes tu celular en tu mano y te dispongas a navegar por tus redes, te invito a que tengas en mente que existe esta ilusión para que no permitas que te cautive. Y te invito no solo a que te deshagas de ella, sino a que sea el sacrificio y el amor de Cristo lo que determinen desde el humor que tendrás en el día, hasta el rumbo de tu vida entera. No tomes en consideración para dar valor a tu vida la situación en la que te encuentras, los logros personales que has o no alcanzado, ni los muchos amigos que tienes. Hay algo más grande que determina tu valor y si logras comprenderlo, entonces no temas, no te estás perdiendo de nada.
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