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¿Qué hacer si no estoy de acuerdo con mis gobernantes?

Este ha sido uno de los dilemas más complejos de los tiempos modernos para los cristianos. Cada vez mas, políticos que van en contra de principios bíblicos asumen distintas posiciones gubernamentales, otros navegando con una bandera de vocación al servicio público, han sido exhibidos en corrupción. ¿Qué hago si no estoy de acuerdo con mis gobernantes? ¿Cómo debo responder si un político por el cual no voté llegó al poder?

Recuerda que Dios es soberano

En la Biblia encontramos hombres y mujeres fieles al Señor bajo regímenes paganos y perversos. El pueblo de Dios siempre ha puesto su confianza en el Señor, no en la política. Como creyentes, entendemos que aun ellos son instrumento en manos de Dios para cumplir sus propósitos, y aun a través de gobiernos que no son de nuestro agrado por su mal proceder, Dios cumple su buena voluntad para con el pueblo. En Hechos, el evangelio se esparció cuando malos gobernantes persiguieron a la iglesia; desde Persia el pueblo de Israel salió a reedificar la ciudad de Jerusalén, bajo el reinado del rey Darío, un hombre pagano que no conocía al Señor. Dios nunca se detiene.

Para nada nos alegra cuando la iglesia sufre bajo el régimen autoritario de una nación, o cuando el pueblo sufre por la injusticia y el olvido de sus gobernantes, pero entendemos que aun en esos momentos, Dios está sentado sobre el trono y sus propósitos se cumplen en la tierra. Cuando nos sentimos desamparados por nuestros gobernantes, podemos acudir al refugio de nuestro Dios que nunca nos abandonará. «Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia» (Salmos 46:1, NVI).

Ora por tus gobernantes

Muchas veces no oramos por nuestros gobernantes porque pensamos que orar por ellos es sinónimo de estar de acuerdo con ellos. Nunca dejaremos de tener presente nuestras diferencias morales e ideológicas, pero precisamente eso nos debe de mover aún más a orar. «Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador» (1 Timoteo 2:1-3, NVI).

Considera la templanza

Por último, debemos tomar en cuenta la templanza cuando manifestemos nuestras inconformidades o alcemos la voz en contra de leyes que van en contra de la vida y la razón. No publiques en redes sociales con insultos o con un espíritu iracundo, pues lejos de cumplir nuestro propósito, somos un mal testimonio para los que no conocen a Dios. Se puede ser prudente y valiente al mismo tiempo. Nuestros principios bíblicos y nuestra fidelidad a Dios no son negociables y habrá momentos en los que será oportuno alzar la voz, pero hazlo con civilidad y mansedumbre.

Reyes y gobernantes pasarán, pero Dios siempre en el trono permanecerá.

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