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Cartas abiertas

En las últimas semanas, el anuncio de cambios en las políticas de privacidad de la red social de mensajería instantánea más popular del mundo causó un revuelo mediático, lo que llevó a las personas a evaluar el valor de su privacidad. Esto se debe a que la red anuncia que compartirá la información de tus actividades en su plataforma con los otros servicios o aplicaciones de la compañía. Fue tan fuerte la impresión, que una aplicación alternativa ganó 25 millones de nuevos usuarios en tan solo 72 horas. La preocupación no es para menos, a nadie le gusta que husmeen sus diálogos íntimos. Jairo Namnun, uno de los directores en «Coalición por el Evangelio» —sitio de blogs y recursos— publicó en su cuenta de Twitter: «Si en la «vida real» te apartarías de alguien que esté escuchando tu conversación con tu esposa, ¿por qué lo permitimos en nuestros celulares?».

Queda bastante claro que, sean cuales sean los fines de esta compañía, hacer esto es incorrecto e inmoral. ¡Cuida mucho tu información en línea! Ahora bien, todo esto me ha puesto a pensar en algo. Hay alguien que sí tiene acceso y derecho a conocer toda tu información privada. Él no sólo puede leer tus conversaciones, conoce tus motivaciones y pensamientos más secretos. Él es Dios omnipresente y todopoderoso.

Nada que ocultar

Nosotros somos cartas abiertas delante de Dios. Pablo exhorta a los siervos a que traten de agradar a sus amos terrenales «…todo el tiempo, no solo cuando ellos los observan» (Colosenses 3:22, NTV). Hay alguien que siempre está presente y es a él a quien servimos. Esto es para nosotros un llamado a la integridad, a hacer, pensar y decir siempre lo correcto sin importar quién nos esté observando. Los buenos frutos provienen de un corazón transformado por el evangelio de Cristo. En cierto sentido «no tenemos nada que ocultar», porque buscamos siempre conducirnos en la luz de su justicia. Jesús ha abierto un camino «vivo y nuevo» por el cual andamos en santidad y rectitud de corazón.

Cómo protegernos

Claro, parte del sentido de la gracia, es que Dios nos ama y nos recibe tal como somos. Él conoce nuestros errores y nuestras verdades más vergonzosas y aun así nos ama. Pero lejos de relajarnos, esto nos alienta a honrar a Dios en lo secreto. Ahí es donde las verdaderas motivaciones son puestas en evidencia.

La rendición de cuentas es una manera de protegernos de ocultar hábitos o acciones pecaminosas de los demás. Para los casados, ¿te sientes cómodo si tu cónyuge consulta tu historial de búsqueda en internet?, ¿te pondría nervioso si ve tus conversaciones en el celular? Si es así, comienza a corregir tus acciones y confiesa a Dios cualquier pecado derivado de tu actividad en línea. Si estás soltero, ¿tienes a alguien maduro con la suficiente confianza como para contarle tus luchas más fuertes? Si no lo tienes, busca a alguien maduro en la fe que pueda hacer este papel. Puede ser un amigo o líder en la iglesia que te acompañe en tu crecimiento espiritual.

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