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Llamados a aguas profundas

Lo que da vida a la práctica de nuestra fe es la acción de salir de nuestra zona de comodidad. Definitivamente una vida que se rige por la práctica religiosa por sí misma, es una vida carente del poder de Dios, y la Palabra nos indica en Santiago 2:20 que «la fe sin obras es muerta» (RVR1960).

Dios no nos ha llamado a tener áreas muertas en nuestra vida, sin embargo, es muy común que la gente piense o exprese:  «Bueno, sí, me va bien en el ministerio, pero soy un terror en las finanzas», o «Me está yendo muy bien en las finanzas, pero me va  pésimo en el matrimonio». Dios no nos ha llamado a eso, Dios nos ha llamado a tener una vida integral y a disfrutar de su bendición completa.

Vida en abundancia, no rutina en abundancia

Jesús murió para que seamos bendecidos de una manera integral, o como él lo dijo: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10b, RVR1960). No obstante, lo que hace que ciertas áreas de nuestra vida se estanquen y se mueran es la rutina, es decir, cuando hacemos de nuestra vida cristiana una serie de eventos rutinarios en la que ir a la iglesia ya no es un deseo del corazón, sino que voy el domingo porque tengo que ir, voy a estudiar la Palabra porque tengo que estudiarla, voy a hacer el devocional porque tengo que hacerlo. Cuando en nuestra vida entra eso del «tengo que hacerlo» y va por encima del «necesito hacerlo», creo que es un medidor que nos permite damos cuenta que estamos perdiendo la pasión y estamos entrando en una zona peligrosa, que es justamente la rutina.

Un ejercicio de la memoria

Me llama mucho la atención de la Biblia que Jesús nunca nos enseña, ni enseñó a sus discípulos, a vivir una vida rutinaria. Por el contrario, él siempre los sacó de la zona de comodidad, y de esa manera tenemos que acostumbrarnos a vivir. Solemos acomodarnos a las diferentes etapas de nuestra vida en las que ya nos sentimos tranquilos o al control.

Quisiera pedirte hacer un ejercicio. Cierra los ojos por un momento y recuerda cómo comenzaste tu vida cristiana. ¿Ya lo recordaste? Piensas, ¿cómo comenzaste tu vida ministerial, si la tienes? Hay gente a la que sencillamente la catapultaron a hacer algo. Muchos estábamos simplemente sirviendo en la iglesia y de repente una persona nos dijo: «¿Por qué no vas y te presentas a esta audición y tal vez puedas cantar en el equipo de alabanza?» A mí alguien tuvo que empujarme y ahí fue cuando acepté ese llamado de parte de Dios, porque alguien me impulsó, y desde ahí ya no paré. ¿Cuántos no han pasado por esa situación de ser empujados? Son muy pocas las personas que se metieron a la acción saliendo de forma natural de su zona de comodidad, pero aun en ambas situaciones, Dios es quien está detrás, llamándonos a ir más allá de lo que nuestra vista limitada puede percibir.

Llamados a salir de la comodidad

Lucas 5 nos narra una historia extraordinaria: Jesús pidió prestada a Pedro su barca de pescador para poder alejarse un poco de la orilla y desde ahí predicar a toda la gente que se había reunido en la playa a escucharlo. Digamos que fue una especie de auditorio natural. Pero al terminar, como sabía que necesitaban pescar, les dijo que llevaran sus barcas más allá. Dijo directamente a Pedro: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar» (v.4, RVR1960). Porque estaban pescando, pero en la orilla, quizá desanimados porque no habían conseguido nada en toda la noche, y Pedro así se lo hizo saber a Jesús. Pero indicarles que fueran más allá implicó que en la orilla no iban a pescar nada, que si querían ver un gran resultado, si querían ver vida nuevamente entre sus redes, tendrían que ir mar adentro.

Creo que el Señor constantemente nos llama a salir de nuestra zona de comodidad e ir «mar adentro», a aguas profundas en donde ya no podremos sentir el suelo. ¿En qué zona estás sentado sobre tu barca en este momento, que está siendo cómoda para ti? La Biblia dice que «el justo por la fe vivirá» (Romanos 1:17, RVR1960).  Esto quiere decir que la fe se convierte en una requisito indispensable, generador de vida, y que si quieres mantenerte activo y vivo en esa fe, tendrás que dar pasos desafiantes, y ese será tu día a día.

Boga mar adentro, sal de tu zona de comodidad, no te quedes dormido, sino comienza a actuar y sal de ese lugar donde te sientes tan feliz, tan cómodo, para comenzar a asumir riesgos.

Creo que cuando el Señor te manda a hacer eso y a caminar en lo desconocido, comenzarás a ver su poder, a chocarte contra la realidad de tu profunda necesidad de él y a volver a sentir la imperiosa necesidad de depender de él y de hacerlo a través de la oración.

Creo que esa es la manera de  Dios de empujarnos para sacarnos de la vida rutinaria en la que nos hemos estancado y hacer nuestras las emocionantes promesas que en su Palabra nos ha entregado.

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