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Lo ridículo no quita lo valiente

Lo ridículo no quita lo valiente

Lo ridículo no quita lo valiente

Nos vemos graciosos y hasta ridículos cuando enfrentamos nuestros miedos. ¿Lo dudas? Tómate una foto antes de lanzarte en paracaídas. Tu cara de terror, épica. Piensa en tu expresión tratando de montar ese caballo que solía ser tu amigo hasta que se desbocó y te mandó al hospital con un brazo roto. Legendaria. Cuando decidimos ver nuestros temores a la cara nos exponemos a la vergüenza y eso en lugar de asustarnos debería hacernos sentir dichosos.

Una expresión

La expresión de miedo, para quien no la está experimentando, es una de las más graciosas. Ver a una persona aterrada porque un pequeño cachorro inofensivo, que no le llega a las rodillas, le ha montado las patas encima es francamente cómico. O a un expositor tras bambalinas tratando de disimular los nervios que le produce hablar en público, atragantándose con cuando bocadillo se le pasa por el frente, puede ser bastante jocoso. Todos tenemos temores, la pregunta es, ¿debemos aprender a vivir con ellos?

Lo crítico del miedo es que como todo el mundo lo sufre y lo padece, pensamos que es normal, que es parte de nosotros, de nuestra identidad. Con el tiempo le tomamos respeto y nos inclinamos ante él cada vez que amenaza con aparecer. ¡Qué gran error!

Exponte a la crítica

Vivimos paralizados por nuestros miedos hasta que Dios y nuestro destino nos muestran que si no los enfrentamos seguiremos honrándolos más que a él. ¿Qué debemos hacer para acabar con ellos? Exponernos a la crítica y a la vergüenza hasta que nos volvamos expertos en hacer eso a lo que le tememos pero que sabemos, hace parte de nuestro propósito en esta tierra.

La cura parece más mala que la enfermedad, ¿no es así? Nuestro temor de hacer el ridículo es quizá el miedo más grande que todos tenemos, por eso lo evitamos a toda costa. El actor Will Smith —hablando de su primera experiencia al lanzarse en paracaídas— que las mejores cosas de la vida están al otro lado del miedo. ¡Está en lo correcto! A su premisa sólo agregamos que el camino para vencerlo es exponernos la vergüenza y eso está muy bien.

¿A quién no le sienta bien un poco de humillación pública? La primera respuesta es, ¡a nadie! Pero seamos objetivos, ¿no es el temor al hombre el paralizador más poderoso que existe? Después de enfrentar el temor a las personas, los demás temores son un juego. Por eso no debemos sentir miedo de parecer locos o tontos al ser observados por la gente mientras, como David, enfrentamos nuestros propios gigantes.

Que no te importe hacer el ridículo

Porque sí, todo David necesita un Goliat, un público incrédulo que le dé suspenso a la escena y sea testigo de la victoria. A Dios le gusta que hagamos el ridículo por su causa, y lo mejor, que no nos importe. Que actuemos de manera irracional de vez en cuando por seguir su instrucción y eso no nos moleste.

Te preguntarás qué tiene que ver superar el miedo a las alturas o a los perros con el propósito de Dios. Pues aquel que se dispone a superar un temor que parece insignificante repetirá el ejercicio una y otra vez hasta que venza sus más grandes temores, esos que le impiden creer que Dios tiene planes grandiosos para él, del otro lado del temor.

Deberíamos volvernos adictos a esa sensación: la adrenalina de enfrentar el pánico, la subsiguiente victoria y posteriormente una certeza de libertad indescriptible. Adictos a la necesidad de confiar en Dios porque no hay más opción. ¿Qué podemos perder? Nuestro ego, al que de cualquier manera no le cae mal una buena golpiza de vez en cuando.

Vencer los temores

Todos necesitamos una buena dosis de vergüenza pública, todo con tal de vencer los temores y así ser más efectivos para Dios. Si no, preguntémosle a David o a Moisés. Un pastor enfrentando a un gigante con piedritas y un líder con problemas de habla. Para el público que los miraba eran hombres insensatos que intentaban hacer algo que estaba fuera de sus posibilidades, el resto de la historia todos la conocemos. El primero se convirtió en el gran rey de Israel, el segundo fue el encargado de llevar al pueblo de Dios a la tierra prometida.

¿Qué miedo te impide hacer lo que Dios te ha dicho? Obedecer a Dios requiere una alta dosis de insensatez, y Él lo sabe.  No te alejes de las circunstancias que te causan temor para mantenerte seguro, al contrario, acércate a ellas y enfréntalas en el nombre de tu Dios. Piérdele el miedo al qué dirán y arriésgate a mirar el temor a la cara, grítale que ya no tiene poder sobre ti.

Ideas para vencer los temores

Estas son algunas ideas:

  • Acaricia al dulce cachorro de tu vecina aunque a tus ojos se vea como una bestia salvaje.
  • Lánzate en paracaídas. No hay un lugar más alto a donde puedas llegar ni del que puedas caer.
  • Ofrécete a dar discursos en las bodas, cumpleaños y aniversarios hasta que te conviertas en un maestro para hablar el público.
  • Abraza a las personas que lo necesiten así no te pidan que lo hagas.
  • Monta esa bicicleta o ese caballo una y otra vez, hasta que ya no sientas temor de caer.

Piensa, ¿qué es lo peor que puede pasar? Después de responder, decide: ¿Qué temor enfrentarás hoy?

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